La memorización, vista hasta hace un tiempo como algo despreciable (por respuesta a una enseñanza que durante décadas se basó exclusivamente en ella), tiene un papel importante en el aprendizaje y fundamental para garantizar el éxito académico. Sin embargo, no es su único factor determinante. El aprendizaje pasa primero por la comprensión de las materias escolares, que depende mucho de la atención en las aulas y de la resolución de dudas. Cuando el estudiante entiende aquello que quiere aprender, la memorización encuentra sus más sólidos cimientos. Es información que llega para quedarse, aunque sea hasta el momento del examen.
Otro aspecto importante es la regularidad del estudio. Después de haber aprendido nuevos temarios en clase, es necesario hacer revisiones, preferiblemente en el mismo día; así, el asunto queda todavía más fresco y es más fácil de recordar y consolidarse en el aprendizaje. Esta nueva mirada hacia lo estudiado, en plazos cortos, ayuda a retener información de corto plazo a largo plazo. Siendo así, no será olvidado tan rápidamente. Si el joven deja el estudio desplazado hasta la víspera de los exámenes, lo que aprendió en las aulas fue olvidado mientras tanto y no será una larga maratón de estudio la que vendrá a resolver todos los problemas.
Los estudios demuestran que aquello estamos aprendiendo en un determinado momento es más intensamente recordado poco tiempo después, correspondiendo a ese intervalo al tiempo que llevamos a seleccionar la información, a organizarla y a relacionarla con conocimientos previamente adquiridos. A partir de esa altura se hace necesario hacer una revisión de la materia para que el olvido no comience a hacer borrosa todos esos datos.
También es conveniente hacer esta primera revisión poco después de haber aprendido algo nuevo: entre 10 minutos y 2 horas, y no más que eso. Esta revisión debe seguir un día más tarde y una tercera semana después, seguido por otros intervalos más espaciados entre sí. De esta manera, el paso de conocimiento de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo será efectivo, consolidando el aprendizaje.
Siendo impracticable que un estudiante haga la primera revisión de los contenidos dados en el aula 10 minutos después, podemos adecuar los tiempos propuestos para las revisiones al día cotidiano.
- Aula – materia nueva adquirida.
- Primera revisión – en el mismo día, a la tarde, o al día siguiente, por la mañana, si el estudiante tiene las aulas concentradas en el periodo de la tarde y se encuentra ya bastante cansado para estudiar al final del día.
- Segunda revisión – en la siguiente clase.
- Tercera revisión – varios días después.
- Revisiones posteriores – intervalos de semanas, concentrándose en fines de semana.
Cuando se trata de revisiones para reforzar el conocimiento nuevo, debemos recordar que la cantidad de tiempo dedicado a cada uno tiende a ser menor si se hace regularmente. De esta manera, con menos tiempo y menos esfuerzo, aunque con más y mejor organización de ese tiempo y de la materia a estudiar el aprendizaje es más seguro y efectivo.
Por último, tal vez quieras recordar otro aspecto importante de la efectividad del aprendizaje y la memorización: la utilización de técnicas de estudio apropiado.