Darío I el Grande fue un emperador persa (550 aC-486 a.C). Se le considera uno de los principales gobernantes del imperio persa fundado por Ciro el Grande. Asumió el trono en el 521 a.C, después de derrotar a la casta de los sacerdotes que habían llegado al poder. Decidió continuar con los planes de la hegemonía universal de Ciro.
Dentro de su gobierno, el imperio persa llega a la máxima extensión, llegando a la India, la conquista de Tracia y Macedonia y las regiones contiguas de Grecia. Sin embargo, falla en el intento de traer a los griegos y es derrotado en la Batalla de Maratón.
También como Ciro, trata de respetar la libertad de culto religioso y las costumbres de los pueblos subyugados. Considerado un genio de la reestructuración administrativa del imperio, dividida en 20 regiones llamadas satrapías, pero con relativa autonomía del Gobierno Central.
Construyó las carreteras que conectan las unidades administrativas en Susa, capital del reino, donde el soberano residía. La “autopista” entre Sardis y Susa, por ejemplo, tiene 2.500 km de largo. Lleva a cabo importantes obras de arquitectura en Susa tales como restaurar las fortificaciones, construir una sala de gran audiencia y un palacio residencial.