La cultura de masas (también llamada de cultura pop o cultura popular) es el total de ideas, perspectivas, actitudes, imagenes y otros fenómenos que se consideran ser los preferido por un consenso informal que contenía la corriente principal de una cultura determinada, sobre todo la cultura occidental de la primera mitad del siglo XX y la corriente global emergente de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.
Fuertemente influenciado por los medios de comunicación, esta colección de ideas impregna la vida cotidiana de la sociedad. En cambio, el folclore se refiere a una sociedad cultural de los niveles más locales o pre-industriales.
La cultura popular se considera a menudo como algo trivial y simplificado para que podamos encontrar una aceptación consensuada por el contexto más amplio. Como resultado, ella tiene fuertes críticas de varias subculturas (especialmente los grupos religiosos y la contracultura) que creen que superficial, consumista, sensacional, y corrupta.
El término “cultura popular” surgió en el siglo XIX, por el uso original para referirse a la educación y la cultura de las clases bajas. El término comenzó a tomar en el sentido de una cultura de las clases bajas, por separado y se opone a la “la verdadera educación” cerca del final del siglo, un uso que se ha establecido en el período de entreguerras. El significado del término cultura para el consumo masivo, sobre todo se originó en los Estados Unidos, estableciéndose en el final de la Segunda Guerra Mundial. La forma abreviada de “cultura pop” data de la década de 1960.
La cultura de masas y el capitalismo
Como consecuencia de las nuevas tecnologías en el siglo XIX, la cultura de masas había desarrollado otros tipos de eclipsar otras culturas alternativas o anteriores. La llegada de la cultura de masas terminó por someter a las demás expresiones culturales a un proyecto común y homogéneo o por lo menos pretender esa sumisión. Por ser producto de una articulación de porte internacional (y, más tarde, global), la cultura de masas estuvo siempre asociada al poder económico del capital industrial y financiero, llegando a aquello que Noam Chomsky considera una forma de totalitarismo basado en la publicidad. Chomsky afirma que la propaganda significa para la democracia lo mismo que el martillo para el estado totalitario. Así, para Chomsky, la masificación de la cultura se produce a través de un engaño totalitario, al servicio de intereses económicos.