El culto católico está sin lugar a dudas volcado en la misa, a la que deben ir los devotos todos los domingos y en algunas celebraciones relevantes del año. La misa se celebra a diario en la mayoría de las iglesias y es una parte fundamental de los casamientos, los funerales y otros ritos católicos.
La misa
La misa se constituye de varias partes. Las más relevantes son la liturgia del mundo y la eucaristía, durante la cual se realiza la comunión. Dentro de esta estructura puede haber numerosas variantes en el uso de la música, la pompa u otros métodos para hacer el servicio más apropiado a cada ocasión.
Este potencial para la variación está ilustrado de manera gráfica en la historia de la misa y en las distinciones que existen hoy entre el rito romano y el oriental. Los cambios más revolucionarios producidos en el rito romano fueron los que instituyó el Concilio Vaticano II en su Sacrosanctum concilium (4 de diciembre de 1963). La tendencia general de estas modificaciones era la de retirar las complejidades litúrgicas de la misa que enturbiaban su propósito y su estructura general. De todas las novedades del Concilio ninguna fue más espectacular que la traducción de la liturgia y de los ritos de la Iglesia del latín exclusivo a las lenguas vernáculas modernas.
Sacramentos
La eucaristía es uno de los siete sacramentos, que son los ritos simbólicos más relevantes que la Iglesia dispensa a sus miembros. Los católicos creen en la presencia real de Cristo en la eucaristía a través del pan y el vino transformados en su cuerpo y su sangre (transubstanciación) y se los anima a recibir la eucaristía en todas las misas a las que asistan. Los otros sacramentos son el bautismo, la confirmación, la penitencia, las órdenes sagradas, el casamiento y la extremaunción. La teología católica muestra que estos símbolos, instituidos por Cristo, tienen un efecto espiritual beneficioso sobre el que los recibe al margen de la fe o la virtud del que los administra (ex opere operato).
La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II modificó el sacramento de la penitencia, quitándole relevancia en relación a la confesión de una detallada lista de pecados para recalcar la naturaleza defensora del perdón divino obtenido a través del sacramento. Para enfatizar este propósito, se decantó por el término alternativo ‘sacramento de reconciliación’. Al explorar otros sacramentos, el Concilio produjo que la extremaunción debe administrarse a cada afección grave o al llegar a una avanzada edad con el objeto de que no se pospusiera hasta el momento del fallecimiento. Por tanto, ya no deberá denominarse extremaunción, sino en puridad, unción de los enfermos.
Pese a lo que se cree, el oficiante del sacramento del casamiento no es el sacerdote, sino cada uno de los contrayentes. Según la teología católica, la unión que este sacramento hace entre dos personas bautizadas no puede ser quebrantada. Pero, existen numerosas circunstancias para que una unión sea válida, por lo que a veces es posible que la Iglesia declare, tras estimarlo, que un casamiento ha sido nulo y sin efecto desde el principio. La anulación, a veces identificada el equivalente católico del divorcio, se basa en diferentes fundamentos. La Iglesia muestra que el propósito del casamiento es el amor recíproco y la concepción de vida.
Otras prácticas
Los católicos expresan su fe de numerosas maneras además de asistiendo a la misa y recibiendo los sacramentos. El rosario de la Virgen María, por ejemplo, aún es muy popular. En las últimas décadas, la responsabilidad de ayunar y de no comer carne en algunas fechas se ha vuelto optativa, sin embargo aún es respetada por muchos devotos. A pesar de que ha sin rastro la pesadez histórica de los obispos sobre que los niños deben estudiar en centros dirigidos por la Iglesia católica, muchos católicos lo siguen realizando, por lo que la Iglesia preserva una relevante red de escuelas primarias y secundarias, y financia un gran número de universidades en todo el mundo y un número todavía mayor de cátedras de teología. La Iglesia católica es responsable de manera directa o indirecta de un gran número de publicaciones que abarcan desde periódicos conocidos hasta estudios muy complejos.
Uno de los actos finales de la peregrinación a Roma con motivo de un año jubilar es visitar las siete basílicas designadas en un trayecto sagrado. Para ello, los peregrinos siguen un recorrido que fue trazado por san Felipe Neri en el siglo XVI.
Cuestiones contemporáneas
La Iglesia católica se ha caracterizado en los últimos tiempos por conservar posiciones inflexibles en cuestiones polémicas. Desde la encíclica Rerum novarum (1891) del papa León XIII, los pontífices han denunciado la injusticia de las circunstancias sociales y financieras desarrolladas por las sociedades industrializadas modernas, y han propuesto soluciones. Han denunciado el conflicto bélico nuclear, solicitado de modo reiterado el final de la carrera armamentística y procurado detener la explotación de las naciones indigentes por las potencias ricas e industrializadas. La protección a los derechos humanos en el campo social, económico y político ha sido la guía de estas manifestaciones. La llamada teología de la liberación, articulada y defendida por muchos intelectuales católicos latinoamericanos, ha procurado encajar estas preocupaciones en un marco de análisis menos convencional, apelando incluso a ideas marxistas.
A partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha animado a los católicos a trabajar con miembros de otras confesiones para alcanzar fines comunes y para juntar a las diferentes iglesias cristianas. A pesar de que la Iglesia católica jamás se ha adherido al Consejo Mundial de las Iglesias, preserva contactos con esta fundación. En reconocimiento a los valores espirituales de otras religiones, las misiones católicas posteriores al Concilio han pasado del proselitismo disciplinario y excluyente a la práctica de un coloquio más respetuoso con esos valores.
En otras cuestiones la Iglesia ha sido más conservadora y no menos rígida. La prohibición de los métodos artificiales de control de natalidad fue reiterada por el papa Pablo VI en su encíclica Humanae vitae (1968). Este documento levantó objeciones en círculos teológicos e incluso episcopales, algo insólito para el pontificado moderno. A pesar de que su relevancia aún se debate, es desde luego la aseveración más permitida al en relación dentro de la Iglesia católica, cuya frontal disconformidad a las leyes de liberalización del aborto ha generado respuestas políticas en contra de la voluntaria interrupción del embarazo en algunos países occidentales. A pesar de que la Iglesia permite que las mujeres administren la eucaristía y realicen otras funciones en circunstancias sorprendentes, prohíbe que sean ordenadas sacerdotes o diáconos. Para los sacerdotes del rito romano el casamiento está prohibido de manera taxativa. El pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI no contribuyó a un cambio de postura en estas materias.