Durante el siglo XVIII, el absolutismo y el mercantilismo (sistema político y económico que causó la expansión marítima y explotación colonial) sufrieron una grave crisis debido al auge de los ideales propagados por los intelectuales de la ilustración (principalmente liberalismo político y económico).
El absolutismo en el ámbito político, se configuró como sistema político que consideraba el poder real como teniendo un origen divino. En la economía, el sistema mercantilista embargó la producción y el crecimiento de la producción de los principales países europeos que habían pasado por el proceso de industrialización (Francia e Inglaterra).
Junto con la ascensión de la ilustración, creció el descrédito al absolutismo. Por ejemplo, el filósofo francés Voltaire (1694-1778), realizó una dura crítica a la idea del derecho divino de los reyes. Abogó por límites en el poder del monarca y desafió la autoridad del clero.
En el mercantilismo, la burguesía planteó nuevos mercados para la venta de sus productos industriales, es decir, deseaba obtener libertad comercial, terminando con la exclusividad comercial, con el sistema de monopolios y el Pacto Colonial, propios de la economía mercantilista.
En ese contexto histórico, con el surgimiento de ideas de la ilustración y la industrialización, la comercialización está formada como un obstáculo para el progreso de las actividades económicas, a saber, el desarrollo económico de las naciones.
La principal propuesta de ruptura con el absolutismo monárquico partió del aristócrata, jurista y filósofo francés Montesquieu (1689-1755). En su libro, El espíritu de las leyes, se defendió y formuló la teoría de la distinción y de la separación de poderes en ejecutivo, legislativo y judicial, un hecho que distingue las democracias contemporáneas cuyo punto de partida es la independencia de los Estados Unidos.
Sin embargo, en el siglo XVIII las formas de gobernar pautadas en el absolutismo y mercantilismo basado en principios económicos fueron cuestionados por el movimiento que ascendió en ese contexto: la ilustración. Solamente en el final del siglo XVIII, el mercantilismo y el absolutismo entró en una crisis sin retorno y fueron reemplazados por el liberalismo político y económico.