En la década de 1960, los ojos del mundo se dirigieron a una pequeña isla en América Central que, a través de una revolución armada logró derrocar a la hegemonía de la política de EE.UU. en América Latina. En ese momento, la isla de Cuba se había vuelto un enorme atractivo político capaz de instigar el temor y la admiración de numerosos políticos. Para los Estados Unidos, esta situación planteaba una gran amenaza a los intereses económicos, políticos e ideológicos del país.
No es sorprendente que los funcionarios de EE.UU. tratasen de luchar contra todas las formas de construcción del Estado revolucionario cubano. Sin obtener una respuesta favorable, el presidente John F. Kennedy decidió a principios de 1961, poner fin a las relaciones diplomáticas con el gobierno cubano. Algunos meses más tarde, Kennedy organizó un grupo de soldados cubanos y estadounidenses para derrocar al gobierno de Castro por medio de una invasión a bahía de Cochinos.
La invasión a la Bahía de los Cochinos terminó no proporcionando el resultado deseado y el fracaso de esa operación militar suponía un riesgo grave para los intereses de EE.UU.. Después de ese incidente, Fidel Castro se acercó al bloque socialista promoviendo un fuerte diálogo con el presidente ruso, Nikita Jrushchov. Esta nueva alianza, nació un plan que catalizó una de las mayores crisis políticas de la Guerra Fría.
Según el informe, el 14 de octubre de 1962, un avión de espionaje norte-americano sobrevoló el territorio cubano en busca de informaciones sobre el lugar. En esta misión se recogió una serie de imagenes de lo que parecía ser una nueva base militar en construcción. Después de un estudio detallado de las imagenes, las autoridades de EE.UU. descubrieron que los soviéticos estaban instalando misiles capaces de transportar varias cabezas nucleares en Cuba.
Por primera vez los estadounidenses se sintieron amenazados por los horrores de las armas que llevaron a cabo el ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki. Para algunos analistas, la audacia de la maniobra militar cubano-soviética podría comenzar una nueva guerra a escala mundial. Así, entre el 16 y 29 de octubre de ese año, comenzó una ronda de negociaciones delicadas para tratar contener la amenaza de una guerra nuclear.
Después de un intenso diálogo, incluyendo una reunión entre Kennedy y Jrushchov, los soviéticos decidieron retirar los misiles apuntando a la nación líder del bloque capitalista. En efecto, la posibilidad de la guerra era imposible, ya que ambos lados tenían un poder militar de destrucción capaz de aniquilar al enemigo por completo. Después de ello, se realizaron varios acuerdos prohibiendo la proliferación de armas nucleares por los líderes socialistas y capitalistas.
