El corporativismo es un término con diferentes acepciones, dependiendo del período histórico estudiado. Si consideramos la Edad Media, el corporativismo se describe el modo en que la sociedad de la época empezaba organizarse social y económicamente, desde el siglo XII.
Los llamados gremios, fueron las asociaciones típicamente urbanas, construidos por los grupos de artesanos que se dedicaron al mismo tipo de actividad productiva. A través de los gremios de artesanos, los precios, la calidad y la cantidad de bienes producidos en el margen de beneficio sobre las ventas se determinarán sobre la base de dichas entidades.
El trabajo artesanal, bajo esta regulación, eliminaba en prácticamente su totalidad la competencia económica entre aquellos que desempeñaban una misma actividad productiva (oficio), debido al control sobre todo lo producido y vendido en lugares determinados.
Los gremios y la cohesión social en el feudalismo
Otra característica importante de los gremios fue la forma en que se establecieron relaciones de trabajo. Rígidos códigos disciplinarios determinaban las relaciones entre maestros, oficiales y aprendices.
Los maestros eran propietarios en el taller, es decir, eran propietarios de los medios de producción (herramientas y materias primas). Los aprendices estaban subordinados a los maestros, que les habían entregado los recursos materiales y conocimientos necesarios para un buen entrenamiento profesional (vocación). En la etapa avanzada de aprendizaje, los jóvenes aprendices se convirtieron en oficiales, para después reemplazar el nivel de maestro.
En general, los gremios de artesanos de la Edad Media expresaban la sociabilidad y las costumbres de cohesión social y las características de la tradición medieval. El advenimiento del modo de producción capitalista causó la destrucción completa de los gremios de artesanos.
El corporativismo en el comienzo del siglo XX
En la transición entre el siglo XIX y el siglo XX, el corporativismo como término ha ganado un nuevo significado y sirve para designar una doctrina política que propugna la organización de la sociedad desde la creación de asociaciones (o corporaciones) con el fin de canalizar y expresar los intereses económicos y profesionales de los miembros.
Se trató de eliminar con ello, o al menos controlar, o incluso minimizar, el conflicto y las contradicciones inherentes al capitalismo industrial, con el objetivo principal de eliminar el riesgo de alteración del orden social debido a la intensificación de la lucha de clases.
Los supuestos ideológicos que impregnaban el corporativismo moderno, por lo tanto, poseen raíces medievales en relación con el principio rector de la regulación de las actividades económicas y productivas con el fin de asegurar la armonía y la cohesión social.
Control represivo de la sociedad
El corporativismo se convirtió rápidamente en una poderosa ideología de extrema derecha y anti-democrática, perdía por completo su rostro simpático para convertirse en un mecanismo de subordinación y control represivo de la sociedad (principalmente los sindicatos y trabajadores en general) por el Estado.
En Europa, los regímenes fascistas de Italia (liderado por Mussolini) y España (dirigido por Franco) fueron los principales patrocinadores de la ideología del corporativismo.
Cabe destacar, sin embargo, que tanto en Europa como en América Latina, ningún régimen político lograría implementar completamente el modelo corporativista. Esto se debe principalmente a la complejidad y el alcance de las contradicciones inherentes a los diferentes intereses que permean la estructura de una sociedad industrial.
El corporativismo contemporáneo
En el último cuarto del siglo XX, el corporativismo alcanzó un nuevo significado, que permanece inalterado hasta la actualidad. El corporativismo ha llegado a designar un monopolio sindical, que representa y defiende los intereses locales, regionales o nacionales de un determinado grupo profesional y económico.
La novedad presentada por el nuevo sentido es que el corporativismo se produce en la iniciativa de varios grupos de la sociedad civil y no como una imposición de un Estado. Su adherencia es positiva en aspectos sociales y laborales.
Por otra parte, el corporativismo como concepto ha adquirido una connotación peyorativa al estar muy identificado como un tipo de forma asociativa que tiene como objetivo garantizar la protección y privilegios para sus miembros y para determinados segmentos o sectores de la sociedad, en detrimento de una colectividad más amplia (es decir, la sociedad en su conjunto) o incluso el interés de un país por encima de otros.
Los sindicatos, empresas e instituciones diversas han sido acusados de prácticas corporativistas cuando recurren al Estado o al gobierno y obtienen beneficios exclusivos que dañan segmentos sociales o intereses públicos. En general, es con esta expresión que el corporativismo es abordado en los medios de comunicación (televisión, radio, periódicos…).