La caída de Napoleón era un objetivo buscado por todas las monarquías europeas que vieron con horror la propagación de los ideales revolucionarios franceses. Después de desgastantes conflictos, el ejército napoleónico quedó colapsado frente a la movilización de las monarquías absolutas de Europa. El control hegemónico de Napoleón sobre una gran parte de Europa occidental exigió que las antiguas monarquías reformulasen el mapa europeo.
Entre septiembre de 1814 y el junio de 1815, las autoridades europeas monárquicas se reunieron en el llamado Congreso de Viena. Encabezada por las principales potencias monárquicas de la época (Inglaterra, Prusia, Rusia y Austria), esta reunión debía reorganizar y devolver los territorios y la supremacía política de aquellos que sufrieron con el proyecto expansionista de Napoleón.
Inicialmente, se sugirió que las grandes potencias ganadoras desmembrasen la Francia bajo su dominio. Sin embargo, designando el principio de legitimidad,, el ministro francés Charles Maurice de Talleyrand propuso que las coronas y territorios europeos afectados por Napoleón Bonaparte rescatasen la configuración preexistente a los acontecimientos internacionales de la revolución francesa. A pesar del argumento de Talleyrand de garantizar la autonomía política de Francia, observamos que algunas modificaciones sucedieron en Europa.
El Imperio austríaco fue beneficiado con el dominio sobre los territorios en los Balcanes y el norte de Italia. Rusia impuso su hegemonía en Finlandia, Polonia y Besarabia. Los británicos aseguraron puntos estratégicos de acceso a la India y las Antillas y en el Mediterráneo. Los Países Bajos se introdujeron en el territorio belga con el fin de evitar la acción francesa en el puerto de Amberes. Prusia expandió su territorio por más de un cincuenta por ciento. El viejo imperio germánico fue reemplazado por la Confederación Alemana, que tuvo varios reinos encabezados por Austria.
Otra ramificación importante del Congreso de Viena fue la creación de la Santa Alianza. Propuesto por el zar ruso Alexander I, la Santa Alianza fue un acuerdo militar que pretendía formar un ejército monárquico. Compuesto por Rusia, Prusia, Francia y Austria, las potencias firmaron un acuerdo de cooperación militar y bélica en caso de que alguna de las naciones integrantes tuviesen amenazada su hegemonía política.
En la práctica, la Santa Alianza no pudo cumplir con sus funciones originales. La propagación de las ideas de la ilustración y la experiencia revolucionaria francesa ya habían tomado forma en toda Europa. En el continente americano, las colonias europeas comenzaron su proceso de independencia. En Europa, liberales y socialistas emprendieron luchas que derrotar a las monarquías europeas durante el siglo XIX.
