El combustible se caracteriza por ser una sustancia que, al reaccionar con el oxígeno, produce calor, gases o llamas. La energía desprendida durante este proceso es de vital importancia para las actividades humanas y, principalmente en labores de producción industrial, dado que la mayoría de las máquinas dependen de la energía combustible para su funcionamiento.
Diversas sustancias se pueden utilizar para fabricar combustible, siendo los de origen fósil los más populares (gas natural, carbón, petróleo). El petróleo es el más popular y en él se implican aspectos geopolíticos y socioeconómicos. De otro lado, la necesidad de desarrollar alternativas que puedan sustituir, gradualmente, los combustibles fósiles, impulsó las investigaciones para la obtención del biocombustible.
La caña de azúcar, los desechos agrícolas, el aceite de palma, los cultivos de semillas oleaginosas y la biomasa forestal son las principales materias primas en la producción de biocombustibles, que es uno de los recursos menos agresivos al medio ambiente, pues la emisión de gases contaminantes es prácticamente nula.
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