En una época que tiende a organizar el pensamiento cristiano, surgen diversas sectas y también de diversas maneras para formar este pensamiento por algunas medidas. Para algunos, la fe es suficiente por sí sola para convencer y convertir a la gente de la “buena noticia”. Para otros, es necesario el uso de la filosofía griega para justificar racionalmente la fe cristiana. En este entorno, aparece a principios del siglo tercero el primer defensor de la famosa Escuela de Alejandría, Clemente de Alejandría.
Clemente veía que la filosofía griega era buena y que, de esta manera, tenía que ser obtenida del propio Dios. Los hombres filósofos buscan explicar la realidad y a sí mismos, huyendo de los vicios y pasiones que no les permiten desarrollar su espiritualidad. Los hombres malos, según Clemente, no practican la filosofía. Según él, la filosofía griega prepara al pueblo para el mensaje de Cristo.Según Clemente, antes de Jesús y del Nuevo Testamento, existía la Ley del Antiguo Testamento y la razón natural griega como instrumento indirecto de Dios para guiar a los hombres. Él percibe que la filosofía tiene un valor pedagógico orientado a doctrinar para el cristianismo, aunque de forma inconsciente. La filosofía es una forma indirecta de Dios para comunicarnos la verdad.
Según Clemente, los hombres que vivían en la Grecia confirme a la virtud (honestidad, bondad, coraje…) son ejemplos de que el cristianismo tiene una continuidad de la filosofía antigua. Clemente ejemplifica que la historia de la verdad es como el curso del agua que tiene dos corrientes: una nacida de la Ley revelada a los judíos en el Antiguo Testamento; la otra, de la razón especulativa de los filósofos de la antigua Grecia. Ambas corrientes confluyen en una tercera corriente que debe ser la fé revelada de Dios que se convierte en carne, el Dios cristiano.
Para Clemente de Alejandría, que se esfuerza en crear un paralelo entre la filosofía y la Ley judía, la revelación cristiano no viene para abolir la Ley sino para cumplirla. De esta manera, la fé no debería eliminar a la razón, ya que la razón representa para el griego lo que la Ley del Antiguo Testamento representa para los judíos.
Siguiendo su enfoque, la filosofía sería útil para preparar la fe de aquellos que todavía no la alcanzaron y esto sería hecho a través de la justificación racional de los dogmas del cristianismo. Además, la filosofía sería pragmática ya que profesa la fe y ayuda en la defensa argumentativa de la fe contra aquellos que no la comprenden.
Otra manera de comprobar la utilidad de la filosofía sería la comprensión de que Dios distribuye muchos dones diferentes para cada persona. Por eso, tenemos personas más inteligentes, otras más sensibles, otras más observadoras, etcétera.
Si las características de la inteligencia son dadas no debemos menospreciar la razón, al contrario, pues trabajo al servicio de la fe comprendiendo que ella también tiene un don divino. Sin embargo, la razón no debe ir más allá de los límites impuestos por la fe. La razón es un soporte y una ayuda de la fe, un discípulo.
Resumiendo, Clemente pensaba que la fe estaba conciliada con la razón siendo la fe un criterio de verdad, ya que en ella el Logos se convierte en la verdad total en Cristo. La razón de los antiguos que percibieron esa verdad, apenas de una manera parcial, ayuda a la fe. Así, es necesario creer para comprender.