Las soluciones son mezclas de dos o más sustancias, ellas se pueden clasificar utilizando los siguientes criterios: estado de agregación, razón soluto/solvente y naturaleza de las partículas dispersas.
Estado de agregación: en este sentido, las soluciones pueden ser sólidas, líquidas o gaseosas.
Solución sólida: los componentes de este tipo de solución pueden encontrarse en estado sólido (a temperatura ambiente).
Solución líquido: los componentes de esta solución se encuentran en estado líquido.
Solución gaseosa: todos los componentes de esta solución se encuentran en estado gaseoso.
Razón de soluto/disolvente: esta propiedad refiere a la cantidad de soluto en relación con la cantidad de solvente, y clasifica las soluciones en diluidas, concentradas, saturadas y sobresaturadas.
Solución diluida: la cantidad de soluto es muy pequeña en relación con la del solvente, siendo así, la solución se encuentra completamente diluida.
Solución concentrada: cuando la cantidad de soluto es grande en relación con el disolvente, es decir, la solución no se disuelve.
Solución saturada: en este caso, la cantidad de soluto es la máxima permitida para una cierta cantidad de solvente a cierta temperatura.
Solución sobresaturada: es un sistema inestable, porque la cantidad de soluto es mayor que el máximo permitido.
Naturaleza de las partículas dispersas: las soluciones pueden clasificarse en moleculares e iónicas en función de la naturaleza de las partículas dispersas.
Solución molecular: las partículas dispersadas en este caso son moléculas.
Solución iónica: las partículas se dispersan en forma de iones. Estas soluciones también se llaman soluciones electrolíticas, porque tienen la capacidad para conducir la corriente eléctrica. Ejemplo: solución acuosa de cloruro de sodio (NaCl). Observemos los iones formados en la reacción: NaCl → Na+ + Cl –