La civilización árabe o islámica surgió en el Medio Oriente, en una península desértica situada entre Asia y África. Se trata de un área de aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados, con cientos de miles de personas rodeadas por un inmenso desierto, salpicado de algunos oasis y por una fila de montañas al oeste. Sólo una estrecha franja en la costa sur de la península cuenta con tierras útiles para la agricultura.
En el siglo VI, los árabes vivían en tribus, sin que hubiese un estado centralizado. Dentro de las tribus de la península se encontraban tribus nómadas de beduinos, que vivían principalmente del pastoreo y el comercio. A veces lucharon por la posesión de un oasis o el liderazgo de una ruta comercial. Eran también comunes los ataques a las caravanas que transportaban artículos de Oriente para ser vendidos en el Mar Mediterráneo o el Mar Rojo.
Aunque dispersos en un amplio territorio, los árabes crearon algunas ciudades, entre las cuales las más importantes se localizaban en el oeste, en la parte montañosa de la Península Arábiga. Todas las ciudades iban en confluencia de las rutas de las caravanas que alcanzaban el Mar Rojo. La ciudad de La Meca era, sin duda, la más destacada, pues, como centro religioso de todos los árabes, allí se reunían millares de creyentes, lo que hizo su comercio todavía más intenso.
Aunque fuesen politeístas y adorasen diversas deidades, los ídolos de todas las tribus se reunían en un templo, llamado Kaaba, situado en el centro de La Meca. La construcción, que permanece hasta la actualidad, se asemeja a un cubo y, así como la administración de la ciudad, quedaba sobre los cuidados de los coraichitas.
Mahoma, el Profeta
Mahoma, que provocaría grandes cambios en su pueblo y en el mundo, nació alrededor del 570, en la poderosa tribu de los coraichitas.
Después de haber sido durante mucho tiempo un guía de caravanas, Mahoma viajó a Egipto, Palestina y Persia, entrando en contacto con otras religiones como el judaísmo y el cristianismo. La gran transformación de su vida se produjo cuando, ya bien establecido económicamente, dijo que había tenido una visión del ángel Gabriel –entidad de la religión cristiana –en el que había revelado la existencia de un solo dios. La palabra Dios en árabe se dice Alá.
Comenzó desde entonces a predicar el Islam, es decir, la total sumisión a Dios, con la consiguiente eliminación de todos los otros ídolos. Los creyentes en la nueva religión fueron llamados musulmanes o mahometanos.
La revelación hecha a Mahoma y sus sermones están recogidos en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes y el primer texto escrito en árabe. Además de una total sumisión a Alá, el Corán registra las siguientes reglas básicas para los musulmanes: rezar cinco veces al día mirando hacia la Meca, el ayuno durante el Ramadán, dar limosna y la peregrinación al menos una vez en la vida a la Meca. Con las enseñanzas de Mahoma se establecieron también otras reglas para el comportamiento individual y social, tales como la prohibición de comer carne de cerdo, jugar a los juegos de azar y reproducir la figura humana, además de defender la autoridad del padre y la permisión de la poligamia masculina.
Los habitantes de la Meca, temerosos de perder las caravanas comerciales de los creyentes que se dirigían a la Kaaba, pasaron a perseguir a Mahoma y la mayoría de la población árabe de la ciudad no se adhirió a su monoteísmo. Mahoma se vio obligado a huir hasta la actual Medina, la ciudad del profeta. Esta partida se produjo en el año 622 y da inicio al calendario musulmán, teniendo, para ese pueblo, el mismo significado que el nacimiento de Cristo para los cristianos.
Poco a poco, el número de creyentes en Alá iba en aumento y, apoyado en esta fuerza, Mahoma comenzó a predicar las guerras santas, es decir, la expansión del Islam por la fuerza a todas las personas infieles. El gran estímulo fue dado por la creencia de que los guerreros de Alá serán recompensados con el paraíso si muriesen en la lucha o la división de despojos de las conquistas si sobrevivían. La guerra santa sirvió para unificar a las tribus árabes y se convirtió en un factor importante para alcanzar una mayor expansión del Islam.
La expansión musulmana
Después de la muerte, Mahoma fue reemplazado por los califas – los sucesores del Profeta -, líderes religiosos y políticos. Con los califas se inició la expansión de la civilización islámica, motivada principalmente por la necesidad de tierra fértil ante el aumento de la población de la Península Arábiga después de la unificación de las tribus.
Los guerreros islámicos, impulsados por la creencia en el cielo después de la muerte y las recompensas terrenales, avanzaron rápidamente, aprovechándose de la debilidad de los vecinos persas y bizantinos. Caracterizándose, en general, por el respeto de las costumbres de los pueblos conquistados, los musulmanes dominaron la Península Arábiga. La ampliación hacia el este, llegó a la India, y se extendió hasta el Mar Mediterráneo, conquistando el norte de África y la Península Ibérica.
A pesar de que el avance de los musulmanes en Europa se vio frenado en la batalla de Poitiers en el año 732 por el franco Carlos Martel, los árabes todavía consiguieron conquistar las Islas Baleares, Sicilia, Córcega y Cerdeña. La extensión de los dominios musulmanes por el Mediterráneo perjudicó el comercio de Europa Occidental con Oriente. Este fue uno de los factores que contribuyó al aislamiento de los reinos bárbaros cristianos que volvieron todavía para una economía agrícola y rural, lo que contribuyó para la formación del feudalismo.
La tolerancia de los musulmanes hacia los pueblos conquistados les permitió obtener un gran avance económico y cultural, pues, usando elementos propios y de otras culturas, desarrollaron conocimientos y técnicas valiosas hasta hoy. Fue el caso del uso de la brújula, de la fabricación del papel y de la pólvora, aprendidos con los chinos e introducidos en Occidente. En virtud de la ingente extensión de su imperio, los árabes difundieron el cultivo de productos agrícolas como la caña de azúcar, el algodón, el arroz, la naranja y el limón. En el campo de la ciencia desarrolló las matemáticas, con muchas contribuciones a las materias de álgebra, geometría, trigonometría y astronomía. Los números que usamos hoy en día es un legado indio transformado y transmitido a los occidentales a través de los árabes. La medicina desarrollada por ellos se basó en los conocimientos adquiridos de los griegos.
Siglos más tarde, los turcos, originarios de la Asia Central y los seguidores del islamismo, conquistaron gran parte de los dominios musulmanes. Ellos formaron en el siglo XIV el Imperio Turco, que englobó esos dominios y acabó, después de varios intentos, conquistando el Imperio Bizantino, con la toma de Constantinopla en 1453.