A lo largo de la historia humana diversas formas de entender la ciudadanía han surgido en diferentes momentos – Grecia y Roma, de la Edad Antigua y Europa de la Edad Media. Sin embargo, el concepto de ciudadanía, como sabemos, es en el contexto de la aparición de la modernidad y la estructuración del Estado-nación.
El término ciudadanía tiene un origen etimológico del latín civitas, que significa “ciudad”. Establece una condición de un individuo perteneciente a una comunidad políticamente articulada – un país – y que tiene un conjunto de derechos y obligaciones bajo la presencia de una constitución. A diferencia de los derechos humanos – que tienden a la universalidad de los derechos humanos en su dignidad – la ciudadanía moderna, a pesar de la influencia de esos puntos de vista anteriores, tiene su propio carácter y tiene dos categorías: formal y sustantiva.
La ciudadanía formal es, en virtud del derecho internacional, lo que indica la nacionalidad, pertenencia a un Estado-nación, por ejemplo, una persona con nacionalidad española. En segundo lugar, en la ciencia política y la sociología, el término adquiere un sentido más amplio, la ciudadanía sustantiva se define como la posesión de los derechos civiles, políticos y sociales. Esta forma de la ciudadanía es la más importante.
La comprensión y la expansión de la ciudadanía sustantiva se producen a partir del estudio clásico de TH Marshall en 1950 que describe la extensión de los derechos civiles, políticos y sociales para toda la población de una nación.
Estos derechos de la ciudadanía sustantiva se concretaron con el fin de la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1945, con un aumento en los derechos sociales – con la creación del Estado de Bienestar Social (Welfare State) – el establecimiento de principios más colectivistas e igualitarios. Los movimientos sociales y la participación efectiva de la población en general son las razones principales por la que hubo una expansión significativa de los derechos sociales, políticos y civiles alcanzando un nivel de suficiente bienestar en materia económica, ocio, educación e institución política.
La ciudadanía está permanentemente en construcción y es un logro de referencia de la humanidad, a través de aquellos que siempre están en busca de más derechos, más libertad, más garantías individuales y colectivas, y que no se adaptan a la dominación, ya sea del Estado u otras instituciones como la Iglesia en la Edad Media.
En los países occidentales, la ciudadanía moderna está constituida por etapas. T. H. Marshall señala que sólo la plena ciudadanía está dotada de los tres tipos de leyes:
- 1. Civil: derechos inherentes a la libertad individual, la libertad de expresión y de pensamiento, derecho a la propiedad y el cumplimiento de los contratos y el derecho a la justicia. Se estableció en el siglo XVIII.
- 2. Política: Derecho a participar en el ejercicio del poder político, como elegido y elector, en el conjunto de las instituciones públicas. Se formó en el siglo XIX.
- 3. Social: conjunto de derechos para el bienestar económico y social para el derecho de compartir el nivel de vida según los patrones que permanecen dentro de la sociedad. Es la conquista del siglo XX.