Charles Robert Darwin nació en una familia acomodada y culta. Su padre, Robert, era un respetado médico y su abuelo paterno, Erasmus, poeta, filósofo y médico.
En 1825, se trasladó a Edimburgo para estudiar medicina, pero abandonó esa carrera. Se trasladó a Cambridge, dispuesto a convertirse en un sacerdote anglicano, pero terminaría siendo amigo del botánico John Stevens Henslow, que profundizó su comprensión de la historia natural, un asunto en el que su talento se manifestó desde la infancia.
Henslow consiguió incluir a Darwin como un naturalista en una expedición alrededor del mundo en el HMS Beagle, que dejó a Davenport el 27 de diciembre 1831con rumbo a América del Sur.
Fueron cuatro años y nueve meses de investigación. Él recogió fósiles, muestras geológicas, observó millares de especies vegetales y animales, erupciones volcánicas y terremotos. En 1839, después de casarse con Emma Wedgwood, fue a vivir en el campo, en su tierra natal. Sufría de una enfermedad no diagnosticada en la época, y se sospecha que fuera el mal de Chagas-Mazza.
En el viaje del Beagle, Darwin observó que el mismo animal tenía sus propias características de una región a otra. Lo mismo puede decirse de las especies separadas por el tiempo, como lo demuestran los fósiles. Aunque bien establecido en la mente de Darwin, las ideas evolucionistas sólo estaban sujetas a un estrecho círculo de amigos, ya que confrontaban directamente con la versión bíblica de la creación y la noción filosófica griega de las formas ideales.
La evolución, sin embargo, ya era una corriente importante en la biología. Emocionados de ver el trabajo de zoólogo Alfred Russell Wallace que llegó a conclusiones similares, Darwin publicó su libro en 1859, hoy conocido como El Origen de las Especies.
El nombre completo era: El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida.
Por la selección natural, las condiciones ambientales determinan cómo una característica particular ayuda en la supervivencia y la reproducción de un ser vivo.
Aquellos con características más eficientes para adaptarse a su medio ambiente generan una mayor descendencia, en cuanto al resto, pueden morir antes de reproducirse o existir en menor número. El concepto de que sólo los fuertes sobreviven, sin embargo, es un error común. Por ejemplo, de acuerdo con las condiciones, un animal muy robusto puede requerir más alimento y es menos probable que lo obtenga que otro animal que fuera más ágil.
Como calculó el propio naturalista, el pensamiento conservador reaccionó a su teoría. Aunque los científicos habían concluido que Darwin estaba en lo cierto, la controversia aún hoy es discutida entre filósofos y religiosos. Existen sectores que prohíben la enseñanza del evolucionismo darwiniano en las escuelas, pues adoptan la teoría del creacionismo, de la creación del ser humano por Dios, como está en la Biblia. Independiente a cualquier polémica, sin embargo, el evolucionismo darwinista fue la base de las ciencias biológicas contemporáneas.
Muy apegado a la familia, el carácter modesto y cuidadoso de Darwin llamó la simpatía incluso de los opositores. Golpeado por un ataque al corazón, fue enterrado en la Abadía de Westminster, a petición expresa del Parlamento Inglés.