El cerio es el segundo elemento de la serie de los lantánidos y pertenece al grupo 3 de la tabla periódica. Muchos confunden el cerio con el cesio, se parecen simplemente en el nombre, pues sus efectos son contrarios. Mientras algunas formas del cesio contaminan el ambiente, el cero a su vez puede ser la salvación para eliminar los contaminantes derivados del petróleo.
Existe una estimación de que óxidos de cerio pueden disminuir en hasta un 80% la emisión de gases de motores a combustión. Esa afirmación es basada en estudios realizados en Francia: cuando se añade un volumen de cerio al combustible, esto cataliza la quema de los gases contaminantes, es decir, acelera la combustión para no aparecer el hollín, que es el principal responsable de la contaminación en el transporte.
En el hollín están presentes partículas causantes de las enfermedades respiratorias de aquellos individuos que son expuestos diariamente a ese tipo de contaminación. Y lo peor es que el principal combustible contaminante es el aceite diesel, que abastece autobuses urbanos. Ese combustible puede transmitir más de 200 mg de elementos dañinos por cada kilómetro recorrido, mientras que la gasolina emite apenas cerca de 20 mg, es decir, una proporción diez veces menor.
La mejor noticia es que basta sólo un poco del componente de óxido de cerio para realizar la tarea. Durante la vida útil de un coche sería poco más de 1 kg de óxido de cerio para garantizar que el vehículo no emitiese tantos compuestos contaminantes. Lo ideal sería un equipo acoplado en el vehículo que proveyera el compuesto de forma moderada para una mejor absorción por el combustible.
