La cartografía es el área de conocimiento y del arte responsable de la producción, interpretación y sistematización de mapas, cartas gráficas y plantas, a fin de representar una determinada porción del espacio a partir de criterios previamente elaborados y científicamente establecidos. La cartografía utiliza hoy mapas, croquis, imágenes de satélites, coordenadas geográficas, entre innumerables otras informaciones que combinan la producción clásica de cartogramas hasta las más avanzadas técnicas de geo-procesamiento.
El primer mapa producido, o más bien, el mapa más antiguo encontrado hoy fue establecido en el año 2500 antes de Cristo y tiene así más de 4.500 años de antigüedad. Está diseñado en una placa de arcilla, donde se ilustra el camino del río Éufrates, que se encuentra en la antigua Mesopotamia. A lo largo de la prehistoria también se produjeron muchos mapas y dibujos en rocas y sobre todo la madera, lo que pone de relieve el hecho de que este es uno de los sistemas de comunicación más antiguos operados por la humanidad.
En términos más científicos, sin embargo, eran Eratóstenes de Cirene e Hiparco quienes fundamentaron las bases metodológicas de la producción y sistematización de la cartografía moderna durante el siglo III a.C. Las escuelas de Atenas y Esparta produjeron tanto numerosos avances, como la sistematización de todos los espacios hasta entonces explorados. Ese Atlas acabó siendo traducido para los pueblos europeos y, así, fundamentó las bases del pensamiento científico moderno.
El mayor cartógrafo de ese tiempo era Claudio Ptolomeo (90 d.C. – 168 d.C.), quien produjo un Atlas (llamado Geografía) con representaciones e información acerca de todas las zonas hasta ahora exploradas. Este Atlas fue finalmente traducido a los pueblos de Europa y así sentó las bases del pensamiento científico moderno.
Gracias a los avances en la tecnología y las ciencias, así como la necesidad demandada para la expansión marítima europea y los sucesivos períodos de guerra, la cartografía mostró cada vez más avances.
En la Segunda Guerra Mundial, esta área de la ciencia hizo uno de sus mayores saltos cualitativos, pues los aviones permitieron la realización de fotografías aéreas, una técnica llamada de aerofotogrametría, lo que mejoró significativamente la precisión de los mapas. Ya durante la Guerra Fría, cuando los soviéticos y, después los norteamericanos enviaron sus primeros satélites al espacio, la georeferenciación surgió como una técnica importante de la creación de los SIG (Sistemas de Información Geográfica).
Actualmente, la mayor parte de los mapas son producidos a partir de imágenes de satélite, con avances que permiten que las personas accedan a mapas urbanos y demás tipos de localidades por medio de mapas impresos, sistemas de GPS e, incluso, del propio móvil. Por tanto, la cartografía se vuelve cada vez más útil para la vida cotidiana de las personas.