El bostezo es una acción involuntaria, en la cual abrimos la boca y respiramos profundo. Investigaciones recientes afirman que este mecanismo ocurre en fetos de once semanas de vida. Hasta ciertos animales, como perros, gatos y peces, por ejemplo, también bostezan.
Cuando una persona bosteza, abre la boca de forma significativa, permitiendo la inhalación de una gran cantidad de aire. Al realizar la inspiración, el pulmón se expande, los músculos abdominales son flexionados y el diafragma es contraído. El bostezo también provoca el aumento del ritmo cardíaco, aumentando los latidos del corazón en hasta un 30%.
Hasta hoy, existe imprecisión para conocer exactamente qué causa el bostezo. Hay tres teorías que tratan de explicarlo. La teoría física afirma que el bostezo sirve para obtener una mayor cantidad de oxígeno y eliminar una acumulación de dióxido de carbono. Por ese motivo, según la teoría, nosotros bostezamos bastante cuando estamos en grupo, una vez que muchas personas producen una mayor cantidad de dióxido de carbono en el ambiente.
La teoría evolutiva sostiene que nuestros ancestros ya habían llevado a cabo una especie de bostezo para mostrar los dientes, y que este acto sería una manifestación de la confrontación. Otra teoría, y tal vez la más conocida popularmente, es que el bostezo se produce en situaciones de aburrimiento, fatiga o cansancio.
Actualmente, no es posible explicar por qué se activa el bostezo. Probablemente, es una parte necesaria del buen estado del cuerpo, a medida que aumenta la cantidad de oxígeno y el ritmo de los latidos del corazón. Sin embargo, estos beneficios pueden ser fácilmente proporcionados por una actividad física, por ejemplo. Así, el bostezo sigue siendo un problema inconcluso que requiere de una profunda investigación.
Otro aspecto interesante es que cuando vemos y oímos a alguien bostezar o leemos algo sobre el tema –como este artículo– existe una alta probabilidad de bostezar también.