La pintura neoclásica se volcó en Roma, donde muchos pintores expatriados se agruparon en torno a la figura del historiador germánico Johann Winckelmann. Su círculo incluía al pintor bohemio Anton Raphael Mengs, el escocés Gavin Hamilton y el americano Benjamin West. El Parnaso de Mengs (1761) un fresco pintado para la villa Albani en Roma, fue diseñado especialmente por consejo de Winckelmann. A discrepancia de las peculiars composiciones de frescos del barroco o del rococó, su estructura es simple: sólo unas pocas figuras, en total calma, con poses semejantes a las de estatuas antiguas.
Entre 1760 y 1765, Hamilton, quien fue igualmente arqueólogo y marchante, completó cinco cuadros inspirados en modelos de las esculturas antiguas e inspiradas en la Iliada de Homero. West trabajó en Roma desde 1760 a 1763. Para alguna de sus obras como Agripina desembarcando en Brundidium con las cenizas de Germánico (1768, Yale University Art Gallery, New Haven, Connecticut) se inspiró en su experiencia en Roma. Solemne y austero en cuanto al tratamiento y al tema, reproduce sin embargo con sumo detalle los motivos arqueológicos.
Las mismas tendencias se hacen patentes en la obra temprana del pintor francés Jacques-Louis David, uno de los máximos ejemplos de la pintura neoclásica. Su Juramento de los Horacios (1784-1785, Louvre, París) exalta el tema del patriotismo estoico. El cuadro neoclásico concebido como espacio arquitectónico y el friso como cita de figuras, evidencian el desasosiego neoclásico de estructura lógica y clara. Los perfiles definidos y una luz dura suministran a estas figuras la cualidad de estatuas. Los trabajos desarrollados por David, responsables por Napoleón, como la Coronación de Napoleón y Josefina (1805-1807, Louvre) están muy distanciados de la fama y del poder que brotaba el culto.
A comienzos de la década de 1790 los artistas comenzaron a pintar imitando las siluetas representadas en la cerámica griega. El ejemplo más destacado de esta manifestación fue el inglés John Flaxman, cuyos grabados de líneas simples, para las ediciones de la Iliada y la Odisea de Homero sustituían la perspectiva convencional, la luz y el modelado, por diseños de líneas puras. Uno de los alumnos más aventajados de David, heredero de su trayectoria e intérprete de la tradición clásica fue Jean August Dominique Ingres que acogió la doble dimensionalidad de la obra de Flaxman, tal y como puede apreciarse en su obra Los embajadores de Agamenón (1801, Escuela de Bellas Artes, París).
En España destacan los pintores neoclásicos José de Madrazo, con La fallecimiento de Viriato (c. 1808, Museo del Padro, Madrid), José Aparicio (1773-1838) y Juan Antonio Ribera (1779-1860), uno de los pocos artistas davidianos españoles autor del célebre cuadro Cincinato abandona la labranza para dictar leyes en Roma (Museo de Cáceres).