Un elemento importante en la evolución del jazz de la década de 1920 fue la música para piano. El distrito de Harlem, en la ciudad de Nueva York, se transformó en el centro de un estilo muy técnico, inspirado en los potentes contratiempos desarrollados por la mano izquierda del pianista, con improvisaciones muy espaciosas, y que se daría a conocer como stride piano. El maestro de esta escuela de comienzos de la década de 1920 fue James P. Johnson, cuyo alumno Fats Waller —vocalista y showman de talento— se transformó en el intérprete más popular de este estilo.
En esta década igualmente se desarrolló un segundo estilo pianístico denominado boogie-woogie. Se trataba de una forma de blues con bajos muy establecidos que repite una y otra vez la mano izquierda, mientras la derecha alternaba desemejantes ritmos. El boogie-woogie se hizo muy popular en las décadas de 1930 y 1940. Entre sus líderes se hallan Meade Lux Lewis, Albert Ammons, Pete Johnson y Pine Top Smith.
El pianista más restaurador de la década de 1920, de relevancia comparable a la de Armstrong, fue Earl Fatha Hines, un virtuoso que había estudiado música en Chicago, y al que se juzgaba poseedor de una imaginación pletórica e impredecible. Su estilo, combinado con el enfoque más suave de Waller, ejerció influencia en la mayoría de los pianistas de la descendencia próximo, en especial en Teddy Wilson, que trabajaba con la banda de Goodman en la década de 1930, y en Art Tatum, que actuó especialmente como solista y era admirado por su virtuosismo y calidad representativa.