Metalistería inca

0

metales arte inca

Los objetos de metal conforman, indudablemente, la elaboración más llamativa de todas cuantas realizaron los incas. La tradición orfebre, muy antigua en la costa peruana, ocupó un capítulo muy importante dentro de su ajuar. Trabajaron el cobre, el bronce, la plata y el oro, siendo el repujado y calado de láminas el procedimiento más empleado. Las decoraciones son eminentemente geométricas, aunque los motivos antropomorfos y zoomorfos, representados frontalmente conforme a los principios de hieratismo y simetría axial, son muy comunes. Los alfileres y prendedores para sujetar las prendas de vestir, tupu en lengua quechua, fueron elementos muy corrientes aunque de tipología poco variada. El remate solía ser una lámina muy elaborada, de manera variable, que en el caso poco habitual de ir ornamentada, presentaba motivos geométricos muy simples dispuestos en bandas o cenefas. El alfiler de cabeza laminar o circular fue el modelo cuzqueño que alcanzó más divulgación y popularidad, pudiéndolo encontrar tanto en Cuzco como en los últimos confines del Imperio.

Otras culturas de la etapa intermedio tardío (Chancay, chimú, ica-chincha) realizaron un arte figurativo muy rico a base de prendedores consumados por figuras humanas o zoomorfas. Colgantes, collares, aretes, anillos, brazaletes y pulseras son otros tantos objetos fabricados conformes las técnicas descritas. Los vistosos y ricos tocados que adornaban las cabezas de soberanos y nobles (donde confluían materiales como el tejido, la plumería y los metales preciosos) son otros tantos ejemplos de la riquísima orfebrería inca. Encontramos igualmente objetos rituales, empleados como amuletos u ofrendas, que representan animales y figuras humanas, de bulto redondo, entre los que merece la pena destacar las figuras antropomorfas desnudas con una estilización y geometrización muy indicada, y los estereotipos más comunes de llamas y vicuñas. Los objetos de metal se encontraban a menudo incrustados de piedras preciosas o semipreciosas.

A veces se coloreaban con un ácido natural que bruñía el cobre realizando salir, de este modo, el brillo del oro o la plata con que se encontraba aleado. La realización se orientó hacia fines ornamentales. El Inca, la corte y los dignatarios del Estado iban ataviados con pectorales, brazaletes y collares, que ponían de manifiesto su inmenso poder.