Podemos hacernos una clara idea de la arquitectura romana a través de los sobrecogedores restos de los edificios públicos y privados de la Roma antigua y gracias a los escritos de la fase, como el De architectura, un tratado en 10 volúmenes recopilado por Vitrubio hacia el final del siglo I a.C.
1. La planificación de la ciudad romana
La peculiar ciudad colonial romana de la fase final de la República y del pleno Imperio tuvo una planta rectangular parecido a la de los campamentos militares romanos con dos calles destacados —el cardo (de norte a sur) y el decumano (de este a oeste)—, una cuadrícula de pequeñas calles que separan la ciudad en manzanas y un perímetro amurallado con puertas de acceso. Las ciudades previos a la integración de este tipo de planificación, como la propia Roma, preservaron el esquema laberíntico de calles sinuosas.
El punto focal era el foro, por lo general ubicado en el centro de la ciudad, en la intersección del cardo y el decumano. Este espacio abierto, rodeado de tiendas, funcionó como el lugar de asamblea de los habitantes romanos. Fue además el enclavamiento de los destacados edificios religiosos y cívicos, entre ellos el Senado, la oficina de registro y la basílica, que consistía en una gran sala cubierta, envuelta por naves laterales, con frecuencia de dos o más inmuebles. En las basílicas romanas se conmemoraban las transacciones comerciales y los procesos judiciales, sin embargo este edificio se adaptó en tiempos cristianos, convirtiéndose en la tipología de iglesia occidental con un ábside y un altar al final de la nave mayor. Las iniciales basílicas se alzaron a comienzos del siglo II a.C. en el propio foro romano, sin embargo es en Pompeya donde se hallan los ejemplos de basílicas más antiguas y mejor preservadas (c. 120 a.C.).
En la Hispania romana se ha encontrado, gracias a diferentes excavaciones y a los restos arqueológicos, la planificación de algunas de las más destacadas ciudades hispanorromanas, como Gades en Cádiz, Itálica cerca de Sevilla (desarrollada por Publio Cornelio Escipión el año 206 a.C.), Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) o Tarraco (Tarragona).