El tamaño de un animal cualquiera no es un capricho de la naturaleza, muy al contrario, el tamaño corporal es un componente de relevancia capital en la vida de cualquier especie, 1º) porque está relacionado con muchos de los llamados «circunstancias cruciales» de nuestra vida; y 2º) porque cada nicho ecológico está asociado a un determinado tamaño corporal, que solemos llamar tamaño óptimo, y que depende, en parte, de la habilidad para conquistar y procesar alimentos.
En términos darwinistas ser pequeño es fascinante ya que el potencial reproductivo es mucho mayor, luego: ¿qué ventajas tiene así pues ser grande? Ser grande igualmente tiene algunas ventajas, ya que el tamaño afecta a un montón de circunstancias fundamentales de nuestra ecología. Entre otros muchos podemos citar: 1º) Abre un amplio espectro de probabilidades dietéticas. 2º) Mejora las probabilidades de defensa contra los predadores. 3º) Permite subsistir con alimentos de baja calidad ([energía basal] = [peso corporal]0,75. Y 4º) Mejora la eficacia termorreguladora. En general, en un individuo grande la relación superficie-volumen es pequeña (poca superficie y mucho volumen) lo que ayuda a conservar el calor.
Bien, ¿y los homínidos somos grandes o pequeños? Los primates son mamíferos de tamaño medio, sin embargo considerando que la gran mayoría de los mamíferos son los llamados micromamíferos, resulta que los homínidos, incluso los primeros homínidos, son a todos los efectos mamíferos de grandes dimensiones y viven por consiguiente vidas lentas.
Los primeros homínidos, a los que llamaremos de manera general australopitecos, podemos definirlos como verdaderos «chimpancés bípedos». Quizá el esqueleto de australopiteco más insigne sea el de Lucy, de la especie Australopithecus afarensis. Las hembras de esta especie medían en torno a 1 m y pesaban 30 Kg., mientras que los machos medían 1,50 m y pesaban unos 50 Kg. (algo menos que un chimpancé). Su dimorfismo sexual era muy elevado, casi tan grande como el del gorila, en el que un macho es 1,5 veces más grande que la hembra. El dimorfismo sexual es otra variable conectada con el tamaño corporal y además con la biología social de las especies. El gran dimorfismo sexual de A. afarensis se puede representar como una adaptación para el combate entre machos por el acceso a las hembras. Lo más consentido hoy en día es que estos homínidos quizá vivían en pequeños conjuntos familiares en los que un macho manejaría unas pocas hembras (quizá no más de dos o tres) y sus crías.
Otro componente en el que el tamaño del cuerpo influye decisivamente es la encefalización, o relación entre el tamaño corporal y el cerebral, que da una medida de la inteligencia. Los primeros homínidos eran algo más pequeños que los chimpancés, sin embargo, sus cerebros eran un poco más grandes que los de éstos. El ligero incremento de cerebro junto con un cuerpo ligeramente menor significa necesariamente una mayor encefalización. Es decir, que los australopitecos habían ganado de una sola tacada dos adaptaciones cruciales, la bipedestación y un mayor grado de encefalización en relación a los primates previos en el tiempo.
Australopithecus garhi, es una especie de homínido atrayente para el tema que nos ocupa. Sus restos han sido encontrados en el este de Etiopía y están datados en 2,5 millones de años. Los huesos postcraneales presentan un cambio en las proporciones entre los miembros superior e inferior. El fémur se ha alargado sensiblemente con relación al miembro superior como ocurre en los humanos, aunque aún presenta antebrazos largos en relación a los brazos.
En 1964 y a partir de diversos fósiles encontrados en la Garganta de Olduvai se explica la especie Homo habilis, primer representante de nuestro género con una antigüedad entre 2,5 y 1,8 millones de años. El cerebro de H. habilis varia entre los 513 cc y los 650 cc. Del cuerpo de estos primeros Homo sabemos poco, aunque parece que eran como los australopitecos. Pero, Homo habilis supone un gran cambio en el ámbito ecológico: abandona el bosque, se hace consumidor de proteínas animales, fabrica las iniciales herramientas, aumenta su complejidad social y seguramente desarrolla un lenguaje, aunque fascinantemente su cuerpo sigue siendo el de un australopiteco.
Hace 1,8 millones de años aparece en escena (África oriental y Sudáfrica) un nuevo tipo humano al que llamamos H. ergaster. El cuerpo de éste es completamente humano y este homínido está ya preparado para emprender la gran aventura que supone colonizar nuevos mundos. Algunos individuos de esta especie habrían conseguido el 1,80 m y un peso de 68 Kg., o sea, un gigante en comparación con los homínidos precedentes e incluso grande para nuestra propia especie. Toda su anatomía es muy parecido a la nuestra y la aptitud craneal de la especie se encontraba entre 800 y 900 cc.
Entre el H. ergaster de 1,6 millones de años y los neandertales europeos clásicos (50.000 años B.P.) el vacío de fósiles postcraneales era definitivo hasta que aparecieron los homínidos de la Sima de los Huesos y la Gran Dolina de Atapuerca. La Pelvis I de la Sima de los Huesos, apodada Elvis, nos ha aportado información crucial sobre la eficacia biomecánica de la pelvis, el dimorfismo sexual en los humanos de hace 400.000 años, la edad de fallecimiento, la forma del cuerpo, el peso corporal, la estatura, la encefalización, el proceso del parto y la altricialidad de estos homínidos. Elvis tiene todos los rasgos morfológicos masculinos muy establecidos y pertenece a un varón sin lugar a dudas. Este individuo superó los 35 años, su estatura estaría cercana al 1,80 m y su peso corporal rebasaría los 100 Kg. La robustez de Elvis es exagerada y fuera de los rangos humanos actuales y además es sorprendentemente ancha. Elvis, pese a ser un hombre, tiene unas dimensiones del canal del parto monumentales y podría haber dado a luz a un niño actual. Esto significa que las mujeres de su especie con un canal del parto aún más ancho habrían dado a luz a un feto del tamaño de los nuestros de una manera ligeramente más cómoda. A pesar de ello, la forma del parto sería la misma que en nuestra especie, esto es, doble rotación, salida anterior, gran flexión de la columna vertebral y cara hacia abajo.
El cuerpo de Elvis, alto, robusto y muy ancho, es el cuerpo primitivo presente en todos los representantes del género Homo excepto uno, el H. sapiens, que se ha transformado en un humano «light».
Fuente: Boletín Informativo nº 323. Fundación Juan March.