La joyería es, entre las artes decorativas indias, la más hermosa y la que más interés despierta mundialmente. Las técnicas de la filigrana y del granulado, que desaparecieron en Europa tras la caída del Imperio romano y que no volvieron a emplearse hasta su introducción por los árabes en el siglo XV, no se han perdido jamás en la India.
Las características especiales que distinguen la mejor cerámica india son la estricta subordinación del color y de la ornamentación a la forma, y la reiteración de maneras naturales en la ornamentación. En toda la India se trabaja la cerámica sin vidriar, aunque en varias provincias se fabrican diferentes diversidades de piezas decorativas, con fines comerciales, pintadas, doradas y vidriadas. Los azulejos vidriados que se pusieron de moda con la conquista musulmana, tras el siglo XI, ofrecen un exquisito colorido y hermosas combinaciones. En la rama de la metalistería artística destacan las armas y pertrechos de los militares de alta graduación.
Cachemira es eminente por sus chales de lana de rico colorido; Surat, en Gujarāt, es famosa por sus sedas estampadas; y Ahmadābād y Vārānasi (antes Benarés), junto con Murshidabad, en Bengala Occidental, producen suntuosos brocados. India ha destacado siempre por sus tejidos de seda y de algodón, estampados y bordados, y por sus tapices.