Una de las más importantes obras de Pablo Picasso es la pintura al aceite del Guernica. El cuadro se realizó en 1937, entre los meses de mayo y junio, durante la exposición internacional de Paris. Su temática se desarrolla en virtud de un ataque aéreo realizado por los alemanes durante la guerra civil española a la ciudad de Guernica, en el país Vasco, el 26 de abril de 1937.

Hay algunas controversias y sospechas de que este trabajo sería una ‘farsa’. ¿Cuál fue la intención del artista al pintar el Guernica? ¿Sería una obra anacrónica? ¿Hecha por otros motivos, en otro año, anterior a 1937? ¿Estaría este cuadro representando el motivo de la violencia en virtud de tal bombardeo aprovechando la oportunidad para comercializar su producción?

Este tipo de interrogantes no son lo más destacado del trabajo. La obra y sus formas en sí mismas representan una gran belleza, elocuente, grandiosa. Los detalles sobre su producción son dejados a los historiadores del arte discutir. En mi pequeño rincón, prefiero dedicarme a admirar sus detalles.

Una interpretación posible (tal vez más corriente) de este cuadro es que representa la atrocidad de las vidas arruinadas a través de cuerpos retorcidos y produciendo un gran asombro, posiblemente reforzado por sus dimensiones: es un cuadro grande, que mide 350 por 782 centímetros.

La obra de Picasso es, también, un grito contra la violencia.