La revolución de Alexander Fleming es la que más afecta a la vida cotidiana de todos. Fleming es el padre de antibióticos, fármacos capaces de destruir las bacterias y salvar innumerables vidas. Muchos de ellos niños, particularmente aquellos susceptibles a las enfermedades bacterianas. Hasta los años 40, incluso los países ricos tenían altas tasas de mortalidad infantil, con 1 de cada 20 personas no llegando a la edad adulta.
Fleming se ha convertido en un revolucionario por accidente. ‘La suerte jugó un papel muy importante en la vida de Fleming’, dice Kevin Brown, historiador y archivero en el Museo Laboratorio Alexander Fleming en Londres. En 1928, el biólogo escocés, ya rondando los 50 años, se encontraba dedicado al estudio de un cultivo de estafilococos, bacterias normalmente inofensivas, en su laboratorio desordenado en el Hospital de Santa María, parte la Universidad de Londres. Era, según Brown, un científico del siglo 19 en pleno siglo 20, que trabajaba solo y libre para estudiar lo que quisiera: ‘Su laboratorio era extremadamente primitiva’. En lugar de hacer todo lo posible para evitar la contaminación, Fleming apiló las placas sobre una banqueta en un rincón del laboratorio, y se dio cuenta de que en uno de ellos apareció con moho. ‘Divertido’, dijo. En lugar de tirar el ejemplo contaminado, como se haría en un laboratorio profesional, decidió estudiar más de cerca aquella muestra. Comprobó que el moho estaba matando las bacterias.
El moho era Penicillium chrysogenum, que aparece en alimentos en mal estado. Es pariente de hongos utilizados durante siglos para hacer salami y queso azul – la acción bactericida también sirve para conservar los alimentos. Fleming descubrió que el truco funcionaba con bacterias peligrosas, aisló la sustancia con la que el hongo estaba liquidando los microorganismos y la denominó de penicilina. Pero no creía que ella pudiese tener utilidad práctica porque no pensó como podría ser creada a nivel industrial.
No fue sino hasta la década de 1940 con el trabajo de otros científicos – en laboratorios organizados – que el fármaco se hizo viable. Su debut fue en la Segunda Guerra Mundial, cuando salvó la vida de los soldados y los civiles afectados por las armas enemigas, que podrían haber sucumbido a las infecciones. Desde el advenimiento de los antibióticos, diversos horrores que rondaban la humanidad pasaron a formar parte de los libros de historia. La lepra y la tuberculosis, cuyo ‘tratamiento’ era aislar a los pacientes en sanatorios, ahora tienen cura. La neumonía ya no es el camino del hospital a la morgue. La tos ferina, la difteria y meningitis dejaron de matar niños. Y las enfermedades como la gonorrea o la sífilis pasaron a ser controlados.
Ficha revolucionaria
- Quién: Alexander Fleming
- Nacimiento: 1881, Darvel, Escocia
- Muerte: 1955, Londres, Inglaterra
- Lo que revolucionó: la medicina, al crear el primer antibiótico, haciendo posible el tratamiento de enfermedades bacterianas que antes no tenían cura. E indirectamente las costumbres de la sociedad, porque muchas de estas enfermedades se transmiten sexualmente y dejaron de ejercer el mismo impacto.