Fotografía y documentación social

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Walker Evans fotografia

En lugar de reflejar la vida en otras partes del mundo, algunos fotógrafos del siglo XIX se limitaron a documentar las circunstancias de su propio entorno. De esta manera, el fotógrafo británico John Thomson plasmó la vida ordinaria de la clase jornalera londinense en torno a 1870 en un volumen de fotos titulado Vida en las calles de Londres (1877). El reportero americano de origen danés Jacob August Riis desarrolló de 1887 a 1892 una serie de fotografías de los barrios bajos de Nueva York reunidas en dos volúmenes fotográficos: Cómo vive la otra mitad (1890) e Hijos de la indigencia (1892). Entre 1905 y 1910 Lewis Wickes Hine, fotógrafo americano, captó igualmente en sus imágenes a los oprimidos de Estados Unidos: jornaleros de las industrias siderometalúrgicas, mineros e inmigrantes europeos. En Brasil, Marc Ferrez plasmó en sus fotografías la vida rural y las pequeñas comunidades indias. En Perú, el fotógrafo Martín Chambi recoge en su obra un retrato de la sociedad de su país y en especial de los pueblos indígenas.

Las fotos del francés Eugène Atget se sitúan a medio trayecto entre el documento social y la fotografía artística, ya que su extraordinario estructura y expresión de la visión personal van más allá del mero revelación. Atget, quizás uno de los más prolíficos documentalistas de esta fase, recibió entre 1898 y 1927 una grande cantidad de escenas poéticas de la vida ordinaria de su querido París y sus alrededores. El cuidado y la publicación de su obra se deben a los esfuerzos de otra hábil documentalista de la vida urbana, Berenice Abbott.

A lo largo de la Gran Depresión, la Farm Security Administration contrató a un conjunto de fotógrafos para documentar aquellas zonas del país más fuertemente castigadas por la catástrofe. Los fotógrafos Walker Evans, Russell Lee, Dorothea Lange, Ben Shahn y Arthur Rothstein, entre otros, suministraron revelaciones gráficas sobre las circunstancias de las zonas rurales afectadas por la indigencia en Estados Unidos. El resultado fue una serie de fotografías de jornaleros emigrantes, aparceros, y de sus casas, colegios, iglesias y pertenencias. Fue convincente como denuncia y como arte. La contribución de Evans, acompañada del texto del escritor James Agee, fueron divulgados separadamente bajo el título Elogiemos ahora a hombres célebres (1941), señalado como un clásico en su ámbito.