Escultura renacentista en España

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santo entierro juan de juni

En cuanto a la escultura del Renacimiento en España, las características generales son el predominio de lo religioso con la resultante desaprobación de asuntos profanos, el gusto por lo directo, lo expresivo y el realismo, y el uso de la madera policromada, tanto para retablos como para imágenes. En el primer tercio del siglo XVI destacan en España algunos artistas italianos y algunos escultores españoles como Vasco de Zarza o Bartolomé Ordóñez, introductor del canon idealista de belleza.

En el segundo tercio destacan dos figuras: Alonso Berruguete, que se explica por su gusto por lo inestable, por el canon alargado y el movimiento de las figuras (el retablo de San Benito y El sacrificio de Isaac), y en el polo opuesto Juan de Juni, de posible principio francés, que se caracteriza por la teatralidad de sus conjuntos escultóricos, las formas amplias y musculosas, y el perfeccionismo unido a la búsqueda de un intenso dramatismo. El Santo Entierro (1539-1544) o La Virgen de los cuchillos son dos de sus obras más importantes. Finalmente, el último tercio del siglo XVI está representado por los Leoni, familia de escultores milaneses que se establecieron en El Escorial al servicio de Felipe II y para el que realizaron los cenotafios de Carlos V y de Felipe II, con sus correspondientes familias, para el altar mayor de la basílica del monasterio. La obra de Leon y Pompeyo Leoni es ejemplo de preciosismo técnico y de la idealización de sus personajes.

En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid se conserva el Santo Entierro (1539-1544), un conjunto escultórico tallado por Juan de Juni para la capilla sepulcral del obispo de Mondoñedo. Considerada una de las obras más famosas de su autor, destaca por el intenso sentimiento dramático con el que están tratadas las seis figuras que cercan al Cristo yacente, convirtiéndose en una gran expresión del estilo de la fase.