Entretanto evolucionaba el género musical a lo largo de las décadas, la corriente destacada del jazz, o mainstream, aunque incorporaba numerosas de las ideas melódicas de Coltrane e incluso algunas piezas de jazz modal, continuó construyendo sus improvisaciones sobre las progresiones de acordes de las canciones conocidos. Las canciones brasileñas, en especial las del estilo de la bossa-nova, consiguieron integrarse al repertorio de comienzos de la década de 1960. Sus ritmos latinos y sus refrescantes progresiones de acordes llamaron la atención de los músicos de jazz de varias concepciones, en especial de Stan Getz y el flautista Herbie Mann. Incluso tras la declive de la bossa nova, las sambas que hicieron su aparición siguieron en el repertorio del jazz, al mismo tiempo que muchos conjuntos enriquecieron sus percusiones con instrumentos caribeños.
El trío que formó el pianista Bill Evans representaba las canciones conocidos con profundidad, y los músicos interactuaban de modo perseverante en lugar de limitarse a permanecer su turno en los solos. Esta interacción se acentuó aún más en la sección rítmica del quinteto de Davis a partir de 1963, en el momento en que incluyó al batería Tony Williams, al bajista Ron Carter, al pianista Herbie Hancock y, más hacia delante, al singular saxofonista tenor Wayne Shorter.