A pesar de que la génesis de la escultura gótica comenzara en el norte de Francia, como ocurrió en el caso de la arquitectura, algunas de las obras más importantes se realizaron en Alemania. La escultura gótica germánica se singularizó por un fuerte expresionismo, algunas veces en el límite de la caricatura, y al mismo tiempo por una lírica belleza y delicadeza formal.
En el siglo XIII destaca la agrupación de la catedral de Bamberg, con numerosas esculturas influidas por el estilo de Reims. Entre ellas destacan la del Caballero de Bamberg, la primera estatua ecuestre asemejante en el arte occidental desde la fase carolingia. A pesar de que la identidad del jinete no se ha corroborado, algunos apuntan la oportunidad de que se trate de Conrado II, mientras otros piensan que tan solo plasma el ideal heroico de los monarcas medievales, en este caso de la dinastía germánica. En este mismo periodo se realizaron las esculturas de la catedral de Naumburgo, especialmente las relaciones oferentes situadas en el coro, como el célebre conjunto de Ekkehard y Uta, que se han relacionado con la escultura de la catedral de Burgos (España).
En Italia existió, como en el caso de la arquitectura, una cierta reticencia a admitir los postulados franceses. En este caso sería más apropiado dialogar de tendencias goticistas dentro de un clima en el que va apareciendo el protorrenacimiento. El taller más característico fue el de Pisa, comenzado por Nicola Pisano, autor del púlpito de mármol del baptisterio de Pisa. Su hijo Giovanni Pisano fue el primer artista italiano en adoptar las directrices del gótico francés, combinadas con la influencia clásica recibida de su padre, como se observa en el púlpito de la catedral de Siena. En la fachada de la misma catedral, desarrollada en torno a 1290, labró un conjunto de esculturas que representan profetas y filósofos griegos dotados de una gran intensidad expresiva.
A pesar de que durante las últimas décadas del siglo XIV un número ascendente de escultores italianos acogió los fundamentos del estilo gótico francés, sus obras exhiben el conocimiento del desnudo clásico y la discriminación entre cuerpo y vestimenta. Esta fase de la escultura italiana acabó poco tras 1400, con las puertas de bronce para el baptisterio de la catedral de Florencia desarrollado por Lorenzo Ghiberti, precursor de la escultura del renacimiento italiano.
En España, en el segundo cuarto del siglo XIII se introdujeron las formas de la escultura francesa a través de las penetrantes relaciones políticas y culturales que la monarquía española fijó con la francesa. En el siglo XIII sobresalieron dos talleres en torno a las catedrales de Burgos y León. En la primera cabe citar la portada de la Coronería y la del Sarmental, correspondientes a los transeptos, así como las esculturas de las fachadas y el claustro. En relación con este taller, destaca la escultura de la abadía de Las Huelgas, a pocos kilómetros de Burgos, con los admirados sepulcros de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet. En cuanto a la de León, la escultura española alcanzó altas cotas de calidad, como se aprecia en la portada de la Virgen Blanca de la fachada occidental. A lo largo del siglo XIV en España la escultura exterior de las catedrales se hizo más menuda por la influencia del arte mudéjar y las obras en marfil. Destacan la puerta del Reloj de la catedral de Toledo y la puerta Preciosa de la de Pamplona; aunque es en Cataluña donde se hallan los cúmulos escultóricos más sobresalientes, formados por sepulcros y retablos de influencia italiana.
El jinete de Bamberg
El jinete de Bamberg, que aparece junto a un pilar de la catedral de esta ciudad germánica, es una de las obras terminantes de la escultura gótica en su país. Esculpido en 1240, es una de las iniciales estatuas de bulto redondo en la Europa medieval, donde la mayoría de las piezas se encontraban estrechamente asociadas a los elementos arquitectónicos.