Deconstructivismo, estilo arquitectónico coetáneo atribuido a finales de la década de 1980 a diversos arquitectos americanas y europeos.
El deconstructivismo arquitectónico nace en la exhibición Arquitectura deconstructivista conmemorada bajo la dirección de Philip Johnson y Peter Eisenman en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1988 y debe su nombre a las alusiones teóricas y formales desarrolladas, por una parte, al constructivismo ruso de entreguerras (citando algunas de las obras de Alexandr Rodchenko y Vladímir Tatlin por su carácter formal inestable) y por otra parte, a la filosofía de la desconstrucción ilustrada por los trabajos de Jacques Derrida.
La coherencia de este movimiento resulta difícil de apreciar si se comparan los trabajos presentados desde 1988 por arquitectos tan dispares como Coop Himmelblau, Peter Eisenman, Frank Gehry, Zaha Hadid, Rem Koolhaas o incluso Bernard Tschumi. A pesar del destacada esfuerzo de legitimación filosófica desarrollado, el deconstructivismo va abandonando vertiginosamente sus fundamentos teóricos para irse convirtiendo, al hilo de las numerosas publicaciones y exposiciones internacionales desarrolladas, únicamente en un estilo arquitectónico influenciado especialmente por los trabajos de algunos arquitectos anglosajones. A comienzos de la década de 1990 se transforma para muchos en una fuente de inspiración orientada hacia un manierismo espacial atormentado con un gusto pronunciado por las performances constructivas del tipo post-high-tech. Desde la tendencia única de los arquitectos de la exhibición de 1988, que anhelaban un acercamiento de la práctica arquitectónica a las teorías estéticas, el deconstructivismo se ha marchado agotando, convirtiéndose en una realización demasiado mediatizada y heteróclita.