Los incas emplearon el diseño geométrico para ornamentar sus tejidos, de gran valor simbólico y religioso.
Conocieron un desarrollo espectacular en este tipo de arte. Primeramente se daba a las fibras (lana y algodón) un tinte con colorantes naturales, para a continuación ser hiladas con la ayuda de ruecas y después tejidas en diversos tipos de telares rudimentarios. El más corriente, aún se sigue usando en los Andes, consistía en dos lienzos dispuestos sobre un plano horizontal, uno establecido a un árbol o a un poste y el otro atado a una correa que el tejedor pasaba en torno a los riñones. Las técnicas conocidas eran muy variadas, sin embargo para hacer tejidos dirigidos a fines de culto se utilizaba el brocado, el bordado y la tapicería, siendo las piezas salidas de los talleres de Paracas las más apreciadas. Estas admiradas telas podían alcanzar hasta 20 metros de longitud y se encontraban ornamentadas con una perfecta maestría y buen gusto con motivos zoomorfos policromos, marcando, sin duda, uno de los más brillantes momentos del arte universal del tejido.
Adicionalmente de estas piezas, de clara inspiración foránea, los incas dieron paso a un variado universo propio con vistosos diseños geométricos de gran colorido. Dividen el espacio en franjas y cuadrados donde expresan un complejo mundo de símbolos presidido por la disposición geométrica. A lo largo de este periodo la realización textil recibió un carácter intensivo siendo los templos del Sol los enclaves dirigidos al abastecimiento del Inca y su corte.