A unos 40 kilómetros al noroeste de la ciudad de México se halla Teotihuacán (Lugar de los dioses). Allí se desarrolló la primera civilización legítimamente urbana de Mesoamérica; fue la primera ciudad del hemisferio occidental e inició su crecimiento urbanístico antes del comienzo de la era cristiana, continuando su florecimiento hasta en torno al 700 d.C., etapa en la que había conseguido una población cercana a los 125.000 habitantes. En Teotihuacán se desarrolló una estética clásica, inspirada en el orden y el refinamiento. La delicadeza austera y el diseño estilizado explican el arte monumental, que produce el efecto de una serena sencillez y una noble grandeza. Los edificios, por ejemplo, se diseñaron con el método de talud y tablero configurando plataformas escalonadas. Mediante este método de construcción se conseguía manejar y unificar completamente los elementos horizontales y los verticales, así como las partes salientes y las recesivas, los efectos de luz y sombra, además de la ornamentación ilustrativa y geométrica.
La arquitectura de Teotihuacán es de escala monumental. La pirámide del Sol es por su tamaño la segunda edificación precolombina existente, sólo superada por la pirámide de Quetzalcóatl en Cholula. Si se tiene en cuenta la superficie y el volumen que ocupan, ambas estructuras son más grandes que cualquiera de las pirámides de Egipto. Los palacios de Teotihuacán se encontraban organizados en torno a plazas y constituyen algunos de los ejemplos más sobrecogedores de edificios residenciales precolombinos. Al principio se cubrían todas las edificaciones de Teotihuacán con una gruesa capa de estuco, que solía pintarse. Los ejemplos mejor preservados de pinturas murales son los frescos que decoran el interior de los palacios de Teotihuacán. Se distinguen tres estilos de murales: diseños decorativos de significado simbólico, estilizadas imágenes conceptuales de deidades y criaturas mitológicas y escenas narrativas en una línea más realista que abstracta o esquemática.
Se conservan unos pocos ejemplos monumentales de escultura en piedra. De estas esculturas la más famosa es un monolito arquitectónico en honor a la diosa del agua, de la fecundidad y del maíz Chalchiuhtlicue. Por su parte, los ejemplos más característicos del tallado en piedra en Teotihuacán son las estilizadas máscaras antropomorfas.
Se produjeron dos tipos desemejantes de cerámica. Una cerámica anaranjada de moldeado fino y delicado (llamada cáscara de naranja), que se comercializó mucho en toda Mesoamérica, y los objetos cultores sucesos con cerámica recubierta con una capa delgada de estuco que se trabajaba con la técnica del campeado y se pintaba tras modo semejante a los murales de los edificios de culto. Inventaron el vaso trípode (una vasija de caras planas apoyada en tres vástagos planos) que fue uno de los objetos que más produjeron los ceramistas de Teotihuacán. Igualmente desarrollaron figurillas, numerosas de ellas retratos de gente de la etapa y otras representaciones de los espíritus de los muertos. Véase Arte y arquitectura de Teotihuacán.