En los años que siguieron a 1867, fecha de la subida al cetro del emperador Meiji Tenno, Japón regresó a ser irrumpido por formas de cultura nuevas provenientes del exterior.
Pintura
La primera reacción de los japoneses ante esta nueva situación fue de sincera aceptación, y en 1876 se inició la Escuela de Artes tecnológicas, con docentes italianos que instruían las técnicas occidentales. La segunda reacción fue un desaprobación hacia lo occidental, encabezado por Okakura Kakuzo y por el americano Ernest Fenollosa, quienes alentaban a los artistas japoneses a preservar los asuntos y las técnicas convencionales, si bien desarrollando obras más acordes con el gusto coetáneo. De estos dos polos de la teoría artística florecieron los estilos Yoga (pintura al estilo occidental) y Nihonga (pintura japonesa), que siguen imperantes en la actualidad.
Arquitectura
La necesidad de reformar el Japón a raíz de la Segunda Guerra Mundial constituyó un fuerte estímulo para los arquitectos japoneses y los edificios de hoy compiten con los mejores del mundo en cuanto a tecnología (resistentes a los terremotos) y concepto formal. El arquitecto más conocido de la primera descendencia de la posguerra es Kenzo Tange, constructor de dos pequeños circuitos (1964) para los Juegos Olímpicos de Tokio, caracterizados por su delicadeza y por la disposición de las cubiertas suspendidas. Figuras ulteriores como Isozaki Arata y Tadao Ando han aportado una presencia japonesa más fuerte y significativa en el ámbito de la arquitectura internacional.