Arte japonés del periodo Edo

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Arte Tokugawa Edo

El sogunado Tokugawa de la etapa Edo se hizo con el control definitivo del gobierno en 1603, comprometiéndose a dar al país paz y estabilidad financiera y política; en gran medida lo consiguió. El sogunado se mantuvo hasta 1867, en que se vio empujado a capitular al perder en las negociaciones y ante las presiones de las naciones occidentales para la apertura del país al comercio exterior. Una de las características preponderantes de la etapa Edo fue la política represiva del sogunado y los esfuerzos de los artistas por desbandarse de las medidas restrictivas, que llegaban a prevenir la entrada de los extranjeros y de su cultura, y a imponer severos códigos de conducta que afectaban a todos los trazos de la vida, como la elección de cónyuge y otras actividades.

A lo largo de los primeros años de la etapa Edo aún no se había dejado sentir con toda su fuerza el poder de los Tokugawa. De esa etapa son el palacio imperial de Katsura, en Kioto, y las pinturas de Sotatsu, pionero de la escuela de Rimpa, que constituyen bellos ejemplos del estilo arquitectónico y pictórico japonés.

Arquitectura

El palacio imperial de Katsura combina elementos de la arquitectura clásica japonesa con elementos restauradores. Toda la agrupación está rodeada de un bello jardín con senderos para pasear.

Pintura

Sotatsu desarrolló un magnífico estilo decorativo con el que reproducía asuntos de la literatura clásica que ilustraba con figuras de brillantes colores y motivos de la naturaleza sobre fondos de pan de oro. Una de sus obras más hermosas es la pareja de biombos titulada Olas en Matsushima (Freer Gallery of Art, Washington D. C.). Un siglo después Korin Ogata retomó el estilo de Sotatsu y lo adaptó a arte desarrollando obras de gran riqueza visual, entre las que destacan las pinturas de biombos con flores de ciruelo rojas y blancas.

Grabados en madera

La escuela artística más conocida en Occidente es la de Ukiyo-e, de pintura y de grabados en madera, cuyos asuntos centrales son la vida de las cortesanas, el mundo del teatro kabuki y la vecindad de los burdeles. Los primeros grabados de Ukiyo-e datan de finales del siglo XVII, sin embargo la estampa más antigua en color fue desarrollada por Harunobu en 1765. Los grabadores de las posteriores concepciones, como Torii Kiyonaga y Utamaro, representaron escenas cortesanas refinadas para las que emplearon un agudo sentido de la observación.

El destacado ejemplo del estilo Ukiyo-e en el siglo XIX fue Hokusai, quien dedicó su larga vida a pintar y a grabar con maestría paisajes, figuras y todo tipo de escenas, destacando La ola, que forma parte de las Treinta y seis vistas del monte Fuji, quizá una de las obras más conocidas del arte japonés. Entre sus coetáneos destaca Hiroshige, autor de preciosos grabados de paisajes románticos. Los curiosos ángulos y formas a través de los cuales veían el paisaje Hokusai e Hiroshige, junto con la obra de Kiyonaga y Utamaro en la que resaltaban los planos lisos y fuertes contornos lineales, ejercieron una penetrante influencia en artistas occidentales como Edgar Degas y Vincent van Gogh.

Mientras la escuela Ukiyo-e se decantaba por representaciones que se escapaban de las restricciones del sogunado Tokugawa, los artistas de la escuela Bunjinga se inclinaban por la cultura china y basaban su estilo en las obras de los pintores académicos chinos. A esta última escuela pertenecen Ike no Taiga, Yosa Buson, Tanomura Chikuden y Yamamoto Baiitsu.