A partir del siglo XVI la arquitectura maya ha despertado reciamente la atención de los europeos. Sus pirámides, templos y palacios habían sido abandonados tiempo atrás, sin embargo la selva y la falta de información actuaron como acicates para sus primeros eruditos. Los materiales de que dispusieron los arquitectos mayas fueron la piedra caliza para los sillares de revestimiento y tierra, cascajo y lajas de piedra para el relleno de los núcleos y basamentos, obteniendo cemento para la sujeción del carbonato cálcico. La madera de caoba y zapote suministraba materiales para los dinteles de las puertas, los refuerzos para las bóvedas, así como andamios, escaleras y rodillos que promovían la obra.
El logro técnico más característico fue la falsa bóveda, que no es otra cosa que dos muros que se juntan en la parte superior por aproximación de hiladas de piedras. El estuco se usó para enlucir pavimentos, paredes y esculturas, y se obtenía mezclando la cal con agua en una solución de goma vegetal. El grande peso de las bóvedas y las cresterías (muros de mampostería que se alzaban sobre ellas) obligaba a incrementar el grosor de las paredes y a disminuir los vanos.
La arquitectura maya floreció especialmente en torno a seis áreas: Petén, el valle del Motagua, la cuenca del río Usumacinta, Puuc, Chenes y la región de Río Bec.
1. Petén
El estilo de esta región, clave para el ulterior desarrollo del arte maya, se caracteriza por las imponentes masas frontales suavizadas por la altura de los paramentos y santuarios macizos, de planta irregular, con una sola puerta. Los notorios centros fueron Tikal y Uaxactún, ubicados al norte del lago Flores en medio de una exuberante vegetación. El primero fue el mayor de todos los centros de culto y su arquitectura sobresale por su sentido de la proporción, el refinamiento estructural y la sutileza de los detalles.
2. Motagua
El valle del Motagua se hace singular por el uso de sillares de traquita, la gran abundancia de esculturas y la profusa ornamentación de los frisos. El centro de esta región, Copán, fue la sede de varios congresos de ciencia astronómica. El interés por esta ciencia se evidencia en una serie de monumentos y monolitos, entre los que sobresale la monumental Escalera de los Jeroglíficos, cuyos escalones están absolutamente revestidos de inscripciones. El otro centro es Quiriguá, donde se desarrolló una escultura monolítica de proporciones grandiosos.
3. Usumacinta
La región del Usumacinta tiene inmensas acrópolis, y destaca por la ornamentación en estuco y la sensación de ligereza que le imprimen sus amplios pórticos y las figuras de las fachadas. Los núcleos notorios fueron las ciudades de Yaxchilán, Piedras Negras y Palenque, donde se alza el templo de las Inscripciones, una pirámide que alberga la sepultura del monarca Pacal el Grande.
4. Puuc
La zona Puuc (Uxmal, Kabah, Sayil) se caracteriza por el empleo de columnas, los zócalos sencillos, las paredes lisas y los frisos monumentales y ornamentados profusamente con mosaicos de piedra.
5. Chennes
En esta región la superficie de las fachadas de los edificios suele estar ornamentada con mascarones de piedra. Hochob y Dzibilnocac son los notorios centros.
6. Río Bec
Por último, lo que más llama la atención del estilo de Río Bec son las torres ornamentales de mampostería construidas a modo de pirámides semejantes a las de Tikal. Suelen aparecer de dos en dos, una a cada lado de la fachada.