A partir del siglo V sucedía el declive del budismo con el apogeo del hinduismo y el jainismo. Los estilos inmanentes a estas dos religiones se mezclaron para dar lugar a los preparados motivos que constituyen el caracterizador de la arquitectura india y que aparecen tallados repetidamente configurando cenefas.
Los jainíes solían hacer construcciones gigantescas coronadas por cúpulas puntiagudas construidas a base de ménsulas de piedra escalonadas. Han brotado restos diseminados en lo alto de colinas muy separadas unas de otras en tres estados, en la colina de Parasnath, en Bihar, en el monte Abu, en Rājasthān, y en Satrunjaya, en Gujarāt. En las colinas se congregaban muchos templos pequeños, siendo uno de los conjuntos más antiguos el del monte Abu. Entre las torres conmemorativas del estilo jainí destaca la Jaya Stambha, o torre de la Victoria, de nueve pisos, ricamente ornamentada.
El estilo hindú está estrechamente relacionado con el jainí. Se divide en tres categorías generales: el septentrional, que engloba desde el año 600 hasta la actualidad; el central, desde el 1000 hasta el 1300; y el meridional, o dravidiano, desde 1350 hasta 1750. En los tres periodos el estilo está establecido por el exceso de ornamentación y por los tejados piramidales. Las cúpulas en tensión se acaban en delicados florones. Otros aspectos que explican este estilo arquitectónico son las liosas gopuras, o puertas de grandes dimensiones, y los choultries, o salones cultoles. Cabe destacar los templos del sur, en Belur y en Halebid, Tiruvarur, Thanjavur y Ramesvaram en el estado de Tamil Nadu; los del norte, en Benarés de Uttar Pradesh y el templo del Sol en Konarak, en el estado de Orissa.