La aparición de la arquitectura contemporánea en Escandinavia estuvo asociada a la obra de personalidades restauradoras como el sueco Erik Gunnar Asplund y el danés Arne Jacobsen. El finlandés Eliel Saarinen se desplazó a Estados Unidos en 1922, donde fundó una escuela de arte conectada con la tradición europea, la Cranbrook Academy, cerca de Detroit (Michigan). En este ambiente se formó su hijo Eero, que llegó a ser un arquitecto prominente en las décadas de 1940 y 1950.
El finlandés Alvar Aalto fue sin duda el arquitecto más destacado. A pesar de que en sus iniciales obras destacadas, como el sanatorio de Paimio (1929-1933), acogió un lenguaje racionalista blanco y rectilíneo, pronto señaló su vocación expresiva. Para ello usó los materiales convencionales fineses —granito, ladrillo, madera, azulejos cerámicos y cobre— remarcando sus cualidades visuales y táctiles para hacer una arquitectura poética que respondiese al carácter escandinavo. La libertad y complejidad de los interiores, el interés por la percepción lumínica del espacio, y sus circulaciones y las evocaciones formales del entorno son algunos aspectos caracterizadores de su obra.
Frecuentemente emplea con precisión los lucernarios, tanto para estructurar el espacio como para manipular la luz con criterios expresivos. Su Centro cívico (1950-1952) para la isla de Säynätsalo (Finlandia) está organizado con locales comerciales en la planta baja sobre los que se organizan modestos alojamientos para las autoridades locales, alcanzando una agrupación serena y monumental. Su iglesia (1956-1958) de Vuoksenniska (Finlandia) es una poética solución que responde a un complejo programa funcional, donde se combinan un lugar para el culto y un centro social.