El bipartidismo es una situación política en la que sólo dos partidos comparten el poder, ya sea constitucionalmente o de facto, logrando victorias electorales en los que uno de ellos gane el gobierno del país y el otro ocupe el lugar de la oposición oficial e institucionalizada.
Estos dos partidos atraen casi exclusivamente la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública, pasando el resto de partidos existentes desapercibidos para la mayor parte de la población.
Hay grados de bipartidismo, algunos sistemas políticos son más bipartidistas que otros. En general, en cierta medida, la mayoría de sistemas favorecen este fenómeno.
Historia del bipartidismo
El bipartidismo tradicional nace tras la Revolución Francesa. Su éxito empujó a su implantación intermitente en Europa donde se presentaron bloques políticos opuestos: conservadores y liberales. Los primeros intentaban siempre conservar privilegios de la nobleza y de la aristocracia, mientras, los segundos pretendían equiparar los derechos de la burguesía. Ha sucedido así en varios momentos históricos como, por ejemplo, en Inglaterra y en España.
En todos estos sistemas, las personas de la sociedad –en su mayoría analfabetas– no tenían posibilidades para influir y permanecer en el poder político. Con la llegada del marxismo, el bipartidismo cambió al presentarse una tercera fuerza social, el proletariado o clase obrera, pasando a exigir mayor representación. El sufragio femenino, entre el siglo XIX y el XX, también contribuyó para modificar el mapa político europeo. La tendencia en casi todos los países era la de modernizar sus sistemas para trasladar la política a la realidad social y, sobre todo, para evitar mayores revoluciones proletarias.
Bipartidismo en la actualidad
A continuación mencionaremos tres casos ilustrativos sobre el bipartidismo moderno, desarrollado en Inglaterra, Estados Unidos y España.
En Inglaterra, potencia claramente bipartidista con conservadores (tories) y liberales (whigs) alternándose en el poder, a final del siglo XIX surgieron los trabajadores como tercera fuerza política. Poco a poco, la clase operaria ganó relevancia hasta el punto de, en las últimas décadas, haberse alternado en el poder con los conservadores. En el siglo XX el bipartidismo fue mantenido siguiendo la tradición política, existiendo apenas dos partidos políticos relevantes en el parlamento inglés: el partido laborista y el partido conservador. Por otro lado, actualmente el sistema británico, mantiene sus instituciones casi intactas.
El sistema norteamericano permanece más intacto en relación a su concepción por los fundadores de los Estados Unidos (founding fathers). De hecho, la evolución del sistema fue la de acentuar este bipartidismo, ya que cada vez resulta más costoso poder realizar una campaña política. En la actualidad destacan dos grandes partidos, conocidos como Partido Demócrata y Partido Republicano.
El bipartidismo presidencial de España, al igual que el británico, es un bipartidismo clásico monárquico ya que respeta y se somete a la institución de la corona. Desde 1982, la fuerza política ha estado dividida entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero (PSOE),
Crítica hacia el bipartidismo
En relación a la conveniencia o no de bipartidismo en la democracia, existen opiniones opuestas. Algunos piensan que es positivo porque permite la estabilidad política de un país; otros creen que supone un descenso poco saludable de opiniones representadas en los organismos de poder.
Estabilidad vs representatividad siempre ha tenido diversos factores. La máxima estabilidad sería representada por regímenes totalitarios, como dictaduras y monarquías, y otras variedades de regímenes no democráticos. Por otro lado, sistemas como el italiano –donde existe representación de partidos pequeños– vendrían a ser los más inestables, ya que es casi imposible que ningún grupo parlamentario alcance la mayoría absoluta, o una mayoría absolutamente clara, lo que obliga a realizar pactos políticos.
El bipartidismo se debe realimentar ya que muchos electores, pensando que votar en otros partidos políticos es desperdiciar el voto –por ser improbable que consigan representación parlamentaria– terminando eligiendo entre las dos opciones mayoritarias. Es lo que se denomina voto útil y que los partidos mayores usan como argumento para atraer los electores de partidos minoritarios y haciendo más restrictivo el sistema bipolarizado.
