Uno de los mayores exponentes de la filosofía árabe, Abu al-Walid Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Ruchd, conocido como Averroes, aprendió la jurisprudencia y la teología con su padre y estudió casi todas las ciencias, incluida la filosofía de su época, teniendo escritas obras sobre medicina, física, astronomía, leyes musulmanas, filosofía y teología.
Desde 1169 (se sabe poco sobre su vida antes de este período), Averroes fue honrado por los príncipes de una dinastía musulmana (almohade), ubicada en el norte de África y en España. En 1169 fue nombrado juez en Sevilla y, en 1171, en Córdoba. Más tarde pasó a dirigir a los ritos musulmanes observados en la región y fue director de física en 1182.
Prohibido en 1195 debido a sus actitudes filosóficas, fue restaurado tres años más tarde, poco antes de su muerte.
La originalidad de Averroes era fusionar en un solo concepto, una física materialista y un racionalismo basado en el ‘espíritu de la humanidad’, presente en el individuo pero, al mismo tiempo lo trasciende.
Negando la inmortalidad del alma, fue el precursor de los filósofos heréticos del Islam y el cristianismo, y su influencia se extendió hasta el Renacimiento.
Averroes y Aristóteles
Los comentarios de Averroes sobre Aristóteles, traducidos por él y otros pensadores al latín en la primera mitad del siglo XIII. Desde entonces, hicieron conocido el pensamiento filosófico griego, lo que influyó en el pensamiento de Tomás de Aquino, produciendo una auténtica revolución en la filosofía cristiana (hasta entonces basada en el platonismo).
La introducción de Aristóteles en las universidades europeas imponía un trabajo de asimilación, pues no era posible una aceptación ni una negación absoluta. A esa tarea se consagraron Alberto Magno y, principalmente, Tomás de Aquino, que leyó y comentó las obras de Aristóteles en las traducciones latinas. Contestando al averroísmo, Tomás de Aquino opera la conciliación, la síntesis definitiva del pensamiento aristotélico de la revelación cristiano.
La teología de Averroes influyó en los autores místicos del siglo siguiente, como Amalrico de Bena (fray Amaury), quien enseñó que todo es Dios y que Dios se encarna tanto en Cristo como en el creyente, no pudiendo éste pecar.
La influencia filosófica de Averroes era mucho más fuerte; es sensible en varios movimientos heterodoxos, hasta Pomponazzi, al final del siglo XV.