Las bebidas energéticas suelen tener en su composición, además de carbohidratos:
- Taurina: es un aminoácido que participa en importantes funciones fisiológicas, tales como la rápida excreción de sustancias tóxicas en el cuerpo. Se desconocen bien los efectos del consumo en nuestra salud a largo plazo.
- Glucoronolactona: es un carbohidrato que tiene la función de desintoxicación y ayuda en el metabolismo de las sustancias.
- Cafeína: acelera la cognición, lo que reduce la fatiga y aumenta el estado de alerta.
- Inositol: este isómero de la glucosa previene la acumulación de grasa en el hígado y el cerebro, mejora la comunicación, la memoria y la inteligencia.
- Vitaminas: las principales fuentes que se encuentran en los energéticos son niacina, B6, B12, riboflavina y ácido pantoténico. Su presencia está relacionada con la sustitución de las dosis recomendadas.
La unión de estos componentes resulta en una bebida agradable al paladar que ofrece energía y ausencia de sueño para diversas actividades desde las horas extra de estudio a la mayor disposición para permanecer activo en una fiesta. Una única lata es capaz de garantizar efectos acelerados durante tres horas, siempre dependiendo del organismo de la persona. De esta manera, no es difícil comprender el porqué de su consumo entre los años 2006 y 2011 aumentando en un 300%.
Las bebidas energéticas no cumplen el mismo objetivo que las bebidas deportivas, también llamadas bebidas isotónicas. Estas bebidas de agua, minerales e hidratos de carbono están destinadas a reemplazar los líquidos, electrolitos y carbohidratos que normalmente se pierden, principalmente a través del sudor durante la actividad física intensa, especialmente cuando se practica un deporte.
A pesar de estos efectos, la energía se debe consumir de vez en cuando y con moderación, ya que la máscara de la fatiga de la persona, puede causar insomnio y aumento del ritmo cardíaco de forma significativa. Además, los niveles muy altos de cafeína pueden provocar ataques de epilepsia, derrame cerebral e, incluso, la muerte.
Las bebidas energéticas también son capaces de acelerar la pérdida de calcio y magnesio en el cuerpo, dando lugar a calambres y, a largo plazo, la osteoporosis. Además tiene un alto potencial de causar dependencia, que puede convertirse en un problema significativo de salud.
Ingeridas o mezcladas con alcohol, estas bebidas pueden causar deshidratación, debido a la cafeína y el alcohol que son sustancias diuréticas. Esta mezcla también puede intensificar los efectos del alcohol, pero disimulando su estado de intoxicación, ya que la persona se siente con menos sueño de lo habitual. Esto permite que una persona que no beba demasiado cree una mayor tendencia a conductas de riesgo.
Considerando lo anterior, es recomendable no consumir más de dos latas de energía en un día y evitar la mezcla de esta bebida con alcohol. Si se hace, definido en su momento, y con sensatez, considerando la máxima cantidad de estas sustancias y bebiendo mucha agua durante las pausas. En esta situación, no se debe conducir. Las mujeres embarazadas no deben utilizar la energía, ya que tal acto puede causar aborto involuntario o el nacimiento de un bebe con problemas de peso.