En un sentido amplio, el barroco se puede considerar como una tendencia constante del espíritu humano y, en consecuencia, de la cultura, presente en todos los aspectos de nuestra civilización, especialmente en la historia del arte. Representa la apelación a lo emocional o dramático y la oposición a lo intelectual y racional.
Estrictamente hablando, el barroco es un fenómeno artístico y literario estrechamente vinculado a la Contrarreforma, que parece reforzada por el hecho de que su desarrollo se observó principalmente en los países católicos de Europa. Se desarrolla desde finales del siglo XVI hasta el siglo XVIII.
No hay duda de que la religión es uno de los rasgos predominantes de este movimiento, desplazando características del Renacimiento pero latentes en una dualidad de los artistas. Combina misticismo y sensualidad. El término ‘barroco’ fue asignado más tarde y, en primera instancia, de manera peyorativa.
El barroco fue considerado vulgar por carecer de reglas y una lógica formal. Muchos han considerado el barroco como una ola de producción artística de mal gusto y grotesca. La revalorización se produjo en el siglo. XIX, a través del rechazo de los cánones neoclásicos.
A diferencia del Renacimiento, el Barroco se caracteriza por la asimetría, la noción de espacio infinito, el continuo movimiento, el deseo de tocar los sentidos y despertar las emociones. Esto se logra a través de efectos de iluminación (por ejemplo, claroscuro en la pintura) y el movimiento de formas que se manifiestan en expansión. En la arquitectura, se utiliza la monumentalidad, espacios cóncavos y convexos, superficies onduladas y plantas elípticas; en la pintura, las composiciones diagonales, los contrastes de color y luces y sombras; en la literatura, el juego de palabras, la hipérbole, la antítesis y la metáfora naturalista.
La arquitectura destacó especialmente en Francia, España e Italia con autores como Borromini, Casas Novoa y José de Ribera.
En España, el barroco churrigueresco triunfó con sus guirnaldas, frutas, flores, medallones y guirnaldas que decoraban las fachadas profusamente. El estilo se desarrolla durante la dinastía borbónica. Es precisamente la monarquía francesa quien impone sus construcciones reales e impregna un arte barroco afrancesado que abraza elementos clásicos.
La literatura barroca realiza un uso extensivo de alegorías, hipérboles, paralelismos, repeticiones, anáforas y antítesis. Son característicos del barroco literario: el lenguaje pomposo, imagenes sutiles, el pesimismo, la musicalidad, la tendencia a describir, la exploración de las posibilidades del lenguaje fonético, el uso de la paradoja, el juego de palabras y las ideas abstractas.
Representantes clave de esta literatura son Luis de Góngora, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina (España); Tasso, Marino, Guarini, Della Porta (Italia); Montaigne, Pascal, Corneille, Racine, Boileau (Francia); Lily, Donne, Bacon (Inglaterra); Silesius, Gryphius, Opitz (Alemania); Sor Mariana de la Cruz, Hojeda, Balbuena, Caviedas (América colonial).
La época del Barroco fue fructífera para la música con la creación de nuevos géneros (cantata, concierto) y el uso de una escritura basada en el diálogo (estilo concertante con bajo continuo). Los conciertos de Vivaldi y numerosas obras de J.S. Bach son típicos de este período.