El término ‘barroco’ suele designar el estilo artístico que floreció en Europa entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII.
La aparición de los ideales barrocos parece estar estrechamente vinculado a la Contrarreforma que sometió el arte a los intereses de la Iglesia Católica.
A pesar de ser un estilo internacional, su mayor auge se produjo en países como como Italia, España y Austria, no ejerciendo influencia entre los países protestantes como Inglaterra.
Por otra parte, el barroco presenta características regionales en los diferentes países en que se desarrolló. La personalidad fuerte de algunos artistas del periodo también es un gran diferencia dentro de ese estilo artístico que dejaba campo abierto a la subjetividad.
Sus principales características son la teatralidad de las obras, el dinamismo, el tiempo, el conflicto dualista y el fuerte apelo emocional. La pintura, la escultura y la arquitectura se integran en un mismo espacio.
En busca de la emoción, para provocar al espectador, el artista utiliza escenarios donde la naturaleza contiene mayor significado que en otros periodos anteriores.
El artista para lograr estos efectos principalmente hace uso de colores, texturas, iluminación y sombras, curvas y diagonales, así como el dominio de uso del espacio. Los temas sacados de la vida mística y la cotidianeidad son frecuentes. El claroscuro (uso de luces y sombras) y los contrastes son elementos recurrentes en la producción pictórica.
La cuestión de la armonía es también importante para el barroco. Sin embargo, se ve diferente a cualquier obra del Renacimiento. En el Renacimiento, la armonía del conjunto fue asegurado por todos los detalles de la obra en perfecto equilibrio, cada detalle por separado como un todo armónico.
En general, el barroco es un rebelde clásico. El Barroco nació en Italia, aprovechando algunos elementos renacentistas y transformarlos con una nueva concepción que rivaliza la razón con la fe, la materia con el espíritu y lo terrenal con lo celestial.
El barroco está inspirado también, en cierto sentido, en la arquitectura clásica. Sin embargo la ausencia de normas y la tendencia a lo grotesco lo distinguen radicalmente.
A pesar de utilizar de formas naturalistas, no puede decirse que es una mera continuación del Renacimiento. El artista tenía fuerte influencia religiosa.
España fue uno de los países que desarrollaron este estilo con propagación en toda Europa. También es importante el hecho de que el mecenazgo sería concentrado en la aristocracia.
El hombre barroco es un ser dividido, atormentado, lleno de energía y muy místico. Los artistas de la época de países católicos expresan sus creencias espirituales en sus obras.
Un buen ejemplo es la figura del Bernini. Sin embargo, Rubens es considerado uno de los máximos exponentes del movimiento. El italiano Caravaggio es también muy importante en el movimiento, con influencia en varios lugares de Europa.
En la literatura destacan dos corrientes: el culteranismo (exageración, rebuscamiento, estética formal centrado en la forma, vocabulario ornamental) y el conceptismo (menos preocupado por la forma, persuasivo, juego de pensamientos e ideas, sutileza del pensar).
Características generales
1) El arte de la Contrarreforma expresa la destrucción de la armonía social aristocrática-burguesa a través de las guerras religiosas. Los jesuitas, que surgen en este periodo, combaten a los protestantes e implantan su implacable doctrina teocéntrica (Dios como centro de todo).
2) El conflicto entre el cuerpo y el alma. Divide los placeres renacentistas y terrenales con el fervor religioso. El hombre barroco oscila entre la celebración del cuerpo y el mundo mundano y el pecado, el pecado y la gracia divina.
3) Pesimismo por el devenir. La vida es corta, la vida es un sueño, vivir es ir muriendo lentamente. Aguda conciencia de la fugacidad de la existencia y el paso del tiempo.
4) Lenguaje ornamental. Complejo, entendido como un juego verbal, lleno de antítesis, inversiones, metáforas, alegorías, paradojas, con un sentido falto de claridad. Es un estilo complicado que refleja los conflictos internos del hombre barroco.