El atragantamiento se produce cuando la tráquea está bloqueada por líquidos, alimentos o cualquier tipo de objeto. La epiglotis, una especie de puerta de la laringe, se mueve según la necesidad. La epiglotis permanece abierta para el paso del aire a los pulmones, sin embargo, cuando se engulle algo la epiglotis se cierra para evitar que los alimentos entren en el canal.
Así, cuando la epiglotis falla por cualquier motivo, el alimento o líquido está fuera de lugar y sigue por la laringe impidiendo que el aire llegue hasta los pulmones. Cuando eso ocurre, el cuerpo libera flujos de aire para expulsar a los alimentos.
Presentando riesgos de vida, por provocar asfixia y sofocación, debe evitarse el atragantamiento. Si por casualidad alguien se atragantase es importante no estimular a la persona asfixiada a empujar el objeto, es necesario toser e inducir el vómito.
Si por casualidad la persona presente piel violácea es una señal que el atragantamiento está impidiendo el paso del aire, lo cual puede causar un paro respiratorio, un desmayo o situaciones más graves.
También es importante colocar a la persona atragantada de pie y posicionarse detrás de ella, a fin de presionar las manos en la altura entre el obligo y las costillas, comprimiendo la parte superior del abdomen contra los pulmones. Eso hace que el aire sea expulsado de la región forzando el objeto que obstruye el paso del aire a salir del lugar donde está parado. Esta maniobra es conocida como técnica de Heimlich, llamada así por el doctor Henry Heimlich.
En los casos de bebés de menos de un año, el procedimiento debe realizarse con el niño acostado en el antebrazo, para que la cabeza quede más baja que el cuerpo, y luego es necesario dar palmadas en sus espaldas para que el objeto se desplace.