El atomismo, del griego ‘átoma’ se refiere a aquello que no puede ser dividido, una doctrina filosófica que tiene por objeto explicar los fenómenos complejos asociados a factores unitarios, pequeños, homogéneos, duros, indivisibles, inmutables o eternos. También debemos considerar el vacío, o el espacio vacío e infinito, que están en movimiento perpetuo. Atomismo en sentido estricto, se caracteriza por asumir los átomos también cualitativamente idénticos – las diferencias entre ellos sólo son de forma, tamaño y movimiento – y la combinación por yuxtaposición.
Los átomos comienzan con Leucipo (V a.C) y fue desarrollado por su discípulo Demócrito (460-370 a.C). Hay quienes admitían el atomismo como una evolución de las ideas de Parménides sobre la unidad y la inmutabilidad del ser: el átomo representa, en su origen, un intento de reconciliar las ideas de Parménides con la observación de la multiplicidad y la transformación de los objetos naturales.
En algunas versiones, el atomismo incorpora los cuatro elementos básicos (fuego, aire, agua y tierra) de la doctrina de Empédocles (490 a 430 a.C) y en otros, la idea, debido a Anaxágoras (500-428 a.C), de que existirían tantos átomos como sustancias diferentes. En la doctrina de los cuatro elementos de Empédocles se encuentra también la interacción de dos fuerzas: el amor al unir los elementos y el conflicto al separarlo.
A pesar de su éxito inicial, el atomismo no ganó gran notoriedad entre el pensamiento griego, sin embargo, las raíces crearon influencias, hasta incluso quienes las rechazaban como fue el caso de Platón y Aristóteles.
Hay un enredo perfecto entre los átomos y de otras doctrinas o escuelas de pensamiento que también ejercieron fuerte influencia en el desarrollo de la teoría atómica primitiva (siglos XVII al XIX), como fueron el realismo, el mecanismo y el racionalismo. El realismo es denunciado no sólo por aceptar la existencia del átomo, sino también por admitir la posibilidad de llegar a las propiedades fundamentales a través de la razón (racionalismo), y la descripción de estas propiedades en términos mecánicos (mecanicismo) que se impone con el fin de llegar a la expresión adecuada de la realidad (realismo). En cuanto a la relación de atomismo con el racionalismo y el realismo, nada mejor que exponer una de las máximas de Demócrito:
Existen dos formas de conocimiento: el conocimiento auténtico y la opinión. Corresponden a la opinión los datos de la visión, la audición, el olfato, el paladar y el tacto. El verdadero conocimiento es distinto. Cuando el objeto es demasiado pequeño y no puede ser conocido desde la opinión, no puede ser visto, ni oído, ni tocado, ni olfateado, cuando se exige mayor profundidad al conocimiento, entonces actúa el auténtico, que posee un instrumento para captar la verdad: el pensamiento.