El arte románico se desarrolló durante casi 600 años desde la tercera Guerra Púnica (146 a.C) hasta el siglo. IV d.C, cuando se pierde la originalidad y se disuelve con los primeros cristianos y bizantinos. Para su constitución, han contribuido a su formación elementos griegos y etruscos, sobre todo griegos, que se explica por la conquista de toda Italia, el hogar de numerosas colonias griegas, tomadas por las legiones romanas (siglo III a.C).
Los romanos, sin embargo, supieron adaptar estos elementos a su gusto nacional, y forjaron un estilo que, aunque era derivado, mantenía el espíritu de su cultura. En Roma, subsistieron dos artes, uno oficial y claramente griego y otro de naturaleza popular, bárbara. La vitalidad de ese arte bárbaro, donde predominan elementos etruscos, se aproximan algunas manifestaciones del arte moderno.
Herederos y sucesores de la cultura griega, los romanos prácticamente no implementaron innovaciones. Sin embargo, su contribución es verdaderamente en el campo de la arquitectura con la optimización del espacio interior hasta entonces totalmente olvidado. Este hecho se refleja en aspectos estéticos y elementos estructurales, como el arco y la bóveda.
Junto con su fuerte dosis de utilitarismo, la arquitectura romana se acercaba más a los enfoques modernos que cualquier otro arte antiguo. Por otra parte, los romanos eran grandes ingenieros y resolvieron ciertos problemas de métodos en temas de ingeniería de puentes y acueductos que todavía siguen siendo útiles.