El arte persa tenía poca innovación y es considerado un tema secundario en el estudio de su civilización. En este campo, los persas asimilaron las producciones de los pueblos vecinos. El propósito del arte es reproducir la vida del rey persa, para engrandecerlo y aumentar su poder a través de los símbolos. Con el mismo objetivo, construyeron enormes palacios y mobiliario de lujo, con jardines interiores para el disfrute de los soberanos.
Algunos de estos palacios fueron excavados en la roca, como sucedía con los egipcios. Los persas también trabajaron con gran habilidad el arte de relieve, la joyería y la decoración esmaltada en los azulejos.
Hay que mencionar también, las ruinas de dos grandes ciudades del imperio, Persépolis y Susa, que fueron testigos y protagonistas de su desarrollo artístico.