El arte griego se produce a partir del contacto de cultivadas civilizaciones indoeuropeas que, con orígenes en el norte, se establecen en la Hélade definiendo los primeros pasos de la mayor cultura de la Edad Antigua: la civilización griega. Fue en el 1600 a.C. cuando los aqueos, dueños del bronce, crean el Imperio micénico y, tras llegar a la isla de Creta, instalan la civilización minoica. Ya en el 1100 a.C., los dorios ampliaron sus límites territoriales.
A partir de la integración de elementos extranjeros con elementos autóctonos surge la cultura griega que conforma uno de los mayores logros estéticos de la época. Sus hazañas y manifestaciones artísticas nunca se perdieron por completo: el Imperio Romano heredó completamente parte de sus tradiciones, valores y artes. El sentido del orden, el perfeccionismo, la idealización y la belleza sería siglos después rescatados por nuevos movimientos artísticos como el Renacimiento.
La función principal de los monumentos de la arquitectura, la pintura y la escultura hasta aproximadamente el año 320 a.C. era de carácter público, ocupándose de asuntos religiosos y de los acontecimientos civiles más importantes, como las competiciones deportivas.
Los ciudadanos solamente utilizaron las artes plásticas en la decoración de sus tumbas y las artes decorativas, para la producción de objetos de uso privado. El inventario doméstico contenía un gran número de vasijas de terracota pintadas y con acabados refinados; las familias más ricas poseían sofisticadas piezas de bronce y espejos. En muchos objetos producidos en terracota y bronce había pequeñas figuras y bajorrelieves. El tema común de las vasijas solía girar en torno a héroes propios de la mitología griega.
La mayoría de las construcciones realizadas por los arquitectos griegos estaba hecha de mármol o piedra caliza, además de madera y tejas, que se utilizaba en el techo de los edificios. Los escultores trabajaron el mármol y piedra caliza, modelaron la arcilla y fundieron sus obras en bronce. Las grandes estatuas votivas fueron esculpidas a partir de láminas de bronce o de madera cubierta de oro y marfil. A veces, las cabezas y los brazos extendidos fueron realizados por separado y, posteriormente, pegados al torso. La escultura en piedra y en arcilla era total o parcialmente pintada con pigmentos brillantes. Los pintores griegos colocaron pigmentos en el agua para pintar grandes murales o decorar vasijas. Los alfareros de la época modelaban las vasijas y, una vez secas, se pulían, pintaban y cocían.
