Incluso con algunas de las definiciones más generales, el estilo gótico también ha abierto espacio para el desarrollo de las peculiaridades comunes de cada una de las regiones de Europa. En el siglo XIII, por ejemplo, en Alemania se desarrolló un arte gótico que se compone de muchas especificidades. En general, vemos que el gótico alemán entra en una compleja red de símbolos religiosos y la construcción de imagenes que expresan la devoción al poder monárquico.
Uno de los mejores ejemplos de este estilo se encuentra en la iglesia de Santa Elizabeth, ubicada en Marburgo y cuya construcción se inició en 1235. La base de esta iglesia tiene la forma de una cruz. En esta construcción de tipo cruciforme, las extremidades tienen formas redondeadas que hacen mención de una estancia clara del estilo románico en este tipo de diseño arquitectónico.
A través de esta interpretación, el estilo gótico alemán se diferencia del gótico francés al dispensar la construcción de contrafuertes en las naves laterales y central. Al mismo tiempo, aunque el espacio de construcción explora el espacio de forma muy compacta, las líneas y expresiones del edificio transmiten ligereza, gracias al uso de las líneas verticales y los arcos cruzados (ojivas) en los grandes vanos (puertas y ventanas.
En el ámbito de la literatura, el estilo gótico alemán se manifiesta en la producción del llamado Codex Manesse, un manuscrito del siglo XIV producido en homenaje a Wenceslao II, rey de Bohemia. En su contenido encontramos un conjunto de 138 pinturas decorativas que representan los autores de la obra y diversos caballeros. La presencia de varias capas da la centralidad del trabajo en la exploración del mundo de la nobleza, que también aparece en los poemas y canciones de amor del texto.
