El antisemitismo es una forma de hostigar a judíos y árabes por ninguna otra razón que el odio, especialmente contra los judíos, cuyo término semita fue creado especialmente para referirse a ellos.
A lo largo de la historia, los perseguidos fueron tratados de diferentes maneras en diferentes momentos: en el Viejo Mundo en la Edad Media y en los tiempos modernos.
En el mundo antiguo, fueron tratados con frialdad. Los griegos, los romanos y los babilonios querían imponer su dominio, su idealismo y sus valores, incluyendo la devoción al hombre y su tributo físico a los placeres mundanos. Ellos trataron de expulsar a Dios de la vida de los judíos, que prohibiéndoles a la práctica sus servicios religiosos, e incluso la destrucción de algunos de sus templos.
En la Edad Media, la Iglesia Católica, las Cruzadas (la primera gran manifestación de antisemitismo medieval), y la Inquisición serían los principales patrocinadores de este profundo odio y la intolerancia total de los judíos. Ellos querían imponer sus ideales y creencias como la única opción para vivir o morir. Los libros de santos y miles de judíos perseguidos fueron arrojados a las llamas, con la asistencia de las personas que fueron testigos de este acto de crueldad). La Iglesia creía que eran responsables del asesinato de Jesucristo y por ello les castigaba.
En los tiempos modernos, el antisemitismo apareció sólo desde el siglo XIX con los ideales nazis. El nazismo abarcaba a las multitudes y llevó a Alemania y a los fanáticos al insaciable deseo de crear una “raza pura”, impulsado por las ideas de un hombre, Adolf Hittler, quien fue capaz de exterminar a millones de judíos, y a los negros, gitanos, etc. Pero sólo la muerte no era suficiente. Antes de matarlos, los nazis torturaron a lo largo de los corredores de la muerte, entre el camino que llevó a la caravana de los campos de concentración, las colas para la ducha (cámaras de gas) y las experiencias nunca imaginadas por un ser humano dotado del sentido moral.
