Cuando se habla de anarquía, muchos creen que la expresión tiene que ver con cualquier evento o lugar que carece de organización. Sin embargo, este crédito está muy lejos de las teorías contemporáneas que conforman el pensamiento anarquista. El anarquismo fue creado poco después de las contradicciones e injusticias vividas sobre el sistema capitalista empezando a ganar visibilidad en el siglo XVIII.
Uno de los precursores del anarquismo fue William Godwin (1756-1836) que, en ese momento, propuso un nuevo tipo de organización social donde las personas no estaban subordinadas a la fuerza de los gobiernos y las leyes. En su opinión, creía que era posible establecer un contexto dominado por principios racionales y equilibrados entre las necesidades y deseos conduciendo a la vida en sociedad. También abogó por el fin de la propiedad privada.
Al entrar en el siglo XIX, muchos otros pensadores comienzan a profundizar en las discusiones de naturaleza anárquica. Entre esta nueva era de teóricos se pueden citar las contribuciones hechas por Mikhail Bakunin, Joseph Proudhon, Enrico Malatesta, Leon Tolstoi, Max Stirner y Peter Kropotkin. En general, todos trataron de caminar por los senderos que podían concebir una sociedad plenamente libertaria.
Como ya se dijo, los anarquistas estaban de acuerdo en que cualquier institución con poderes impedía el logro de la libertad. Así, el Estado, la Iglesia y muchas costumbres son criticados con la condición de verdaderos obstáculos para el logro de un mundo gobernado por personas libres. Al mismo tiempo, las diferencias que identifican a las clases sociales también trataban de abordar la abolición de la propiedad privada.
En una sociedad sin Estado, la producción y gestión de la riqueza se establece a través de acciones de cooperación. En este contexto, se daban más condiciones de tener una vida más o menos cómoda y nadie tendría su fuerza de trabajo explotada en beneficio de un tercero. Pronto, la violencia y la pobreza darían lugar a un nuevo mundo gobernado por la felicidad de la gran mayoría.
Al igual que los socialistas, los anarquistas creían en la necesidad expresa de desarrollar un movimiento revolucionario que lucha contra las autoridades existentes. A pesar de este acuerdo, los anarquistas no creen que una dictadura del proletariado fuese realmente necesaria para la sociedad. En su opinión, la sustitución de un gobierno por otro sólo para fortalecerían las nuevas formas de represión y desigualdad.
